miércoles, 28 de diciembre de 2016

Cuánto vale el anillo / ¿Seremos capaces los venezolanos?

Creo que todos coincidimos en que a muy pocos días del inicio del Nuevo Año, la incertidumbre y la inseguridad nos abruman y nos llenan de miedo por lo que nos tocara vivir a los venezolanos en los próximos meses. Nuestro criollo FELIZ AÑO lo decimos con tanta vacilación que suena hueco.



Una mal entendida y peor aplicada «Viveza Criolla» se transformó en conductas egoístas como las que nuestra sociedad demostró en los últimos días cuando se aprovechó de compatriotas comerciantes, que en plena navidad fueron obligados a vender sus mercancías a precios irracionales e indudablemente por debajo de sus costos. Eso nos llena de pesimismo y desesperanza, al pensar que los cambios que hemos sufrido durante los últimos 18 años son permanentes e indelebles, y nos agobia el temor de no ser capaces de encontrar los valores requeridos para reconstruir a nuestra querida Venezuela. Es tanto el desaliento que nos invade, que todos los días cuando recibimos fotos de zapatos de nuestros seres queridos sobre el mosaico de Cruz Diez en Maiquetía, pensamos que los tiempos se aceleran y que la decisión será inevitable.  



Por eso pedimos al Niño Dios que nos de la fuerza y entereza de reencontrarnos como hermanos para que así recuperemos la capacidad de buscar en lo más profundo de nuestros corazones, donde aún persisten y anidan Los Valores que siempre nos identificaron como sociedad. Para eso debemos apoyarnos en el ejemplo que nos dieron nuestros compatriotas en el pasado, cuando mis padres, mis tíos y otros muchos llegaron a estas costas y se enamoraron de los venezolanos. Porque a donde fuéramos éramos reconocidos por hacernos notar como: coloridos, alegres, eléctricos, festejadores, apasionados, trabajadores. Siempre orgullosos y alardeando: de nuestras mujeres, de nuestras playas, de nuestros peloteros, de nuestra música, de nuestro petróleo y de las infinitas riquezas que nos dio el creador. Invariablemente exagerados y desmedidos al hablar de nuestra calidez, de nuestros amigos, y de nuestra capacidad de trabajo. Pero sobre todo perennemente orgullosos y consientes de no ser perfectos, por lo que a cada instante debemos domar la ya mencionada «Viveza Criolla» para cabalgar sobre nuestro infinito corazón y un inmenso temple ante las adversidades.



Para terminar el año les comparto este viejo cuento sobre la capacidad y necesidad de buscar el verdadero valor de cada uno de nosotros y de todos juntos como sociedad. Me llego por correo-electrónico de María Auxiliadora Ramírez el 26/dic/2005, sin más preámbulo para todos Ustedes:



CUANTO VALE EL ANILLO



-      Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante lento para todo. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren los demás?



El maestro, sin mirarlo, le dijo:



-      Cuánto lo siento, muchacho, no puedo ayudarte ahora, debo resolver primero mis propios problemas. Quizás después... – y haciendo una pausa, agregó:



-      Si quieres ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.



-      Encantado, maestro – titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.



-      Bien – asintió el maestro. Se quitó el anillo del dedo pequeño y, dándoselo al muchacho, agregó:



-      Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido posible.



El joven tomó el anillo y partió.



Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los comerciantes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven les decía lo que pretendía por el anillo. Cuando oía mencionar una moneda de oro, algunos se echaban a reír, otros hacían gestos de que estaba loco, y sólo un viejito fue amable y le advirtió que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de ese anillo. Queriendo ayudarle al verlo tan preocupado, le ofreció una moneda de plata y un objeto de cobre, pero el joven rechazó la oferta.



Tras ofrecer el anillo a todos los que se cruzaban en su camino y después de al menos un centenar de intentos, el joven regresó abatido por su fracaso. ¡Cuánto hubiera deseado tener él mismo esa moneda de oro! Se la entregaría al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y su ayuda.



-      Maestro – le dijo al llegar – lo siento, es imposible conseguir lo que usted aspira. Tal vez le sea posible obtener una o hasta dos monedas de plata, pero nadie va a darle una moneda de oro por el anillo.



-      ¡Qué importante, joven amigo!, lo que acabas de decir – contestó sonriendo el maestro – Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar el caballo y ve a la casa del joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.



El joven volvió a partir con su caballo.



El joyero examinó con mucha atención el anillo con su lupa, lo pesó y le dijo:



-      Este es un anillo que le pertenece a la realeza. Debe estar muy necesitado tu maestro para decidirse a venderlo. Dile que, en este momento, me va a ser imposible darle más de cincuenta y ocho monedas de oro.



-      ¡Cincuenta monedas de oro! – exclamó con admiración el joven.



-      Sí, yo sé que vale mucho más. Si me concede unos días, podría ofrecerle hasta setenta monedas.



El joven corrió emocionado a la casa de su maestro y le contó lo sucedido.



-      Siéntate – dijo el maestro después de escucharlo – Tú eres como este anillo: Una joya muy valiosa y única. Y como tal, sólo puede valorarte un verdadero experto. No te preocupes si la gente corriente no descubre tu verdadero valor – y diciéndole esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.



UN FELIZ AÑO 2017 PARA TODOS

QUE DIOS NOS TRAIGA

PAZ & ESPERANZA

A TODOS EN VENEZUELA



Recibido por correo-electrónico de

María Auxiliadora Ramírez el 26/dic/2005



Compartido por

Pterodáctilo Ancestral
Diciembre 2016

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