jueves, 30 de junio de 2016

Canicas Rojas / No esperar mas recompensa...

Creo que todos estamos de acuerdo que una de las épocas más difíciles del Siglo XX y de la economía occidental en su historia, fue la Gran Depresión o Crisis Económica Mundial iniciada en octubre de 1929 y que se prolongó alrededor de una década dependiendo de cada País. Sin embargo, en lo que respecta a USA, este se considera uno de los momentos más difíciles pero también, más ejemplarizantes y forjadores de la historia norteamericana. Existen tantos relatos y anécdotas sobre esta difícil época, que las leyendas se mezclan con la realidad, y es muy difícil distinguirlas y diferenciarlas (también ver en #MeLoContaronAlredorDelFuego: UN ANGEL LLAMA A LA PUERTA/CUENTO DE CUARESMA del jueves 25 de febrero 2016). Pero la mayoría coincide en indicar que a pesar de las dificultades y penurias que todos sufren, la bondad y la caridad humana, no solo sobrevivieron en esa crisis, sino que se magnificaron y existieron números ejemplos que asi lo demuestran.

Este relato me llego por internet en 2004 y nunca conseguí al autor, como es típico en la red conseguí diversas versiones variando hasta el País de los hechos (hay varios que lo ubican en México), sin embargo me quedo con este que fue el primero que me llego, así que ahora – con su permiso - lo comparto con Ustedes, como ejemplo de Caridad Cristiana y recordatoria de que: ««DEBEMOS DEJAR ESTE MUNDO MEJOR DE CÓMO LO ENCONTRAMOS»» y ««QUE NO DEBEMOS ESPERAR MAS RECOMPENSA QUE EL SABER QUE HAGO TU SANTA VOLUNTAD»» , sin más preámbulo los dejo con…  

CANICAS ROJAS

Durante los duros años de la depresión, en un pueblo pequeño de Idaho, USA, solía parar en el almacén del Sr. Miller para comprar productos frescos de granja. La comida y el dinero faltaban y el trueque se usaba mucho. Un día en particular, el Sr. Miller me estaba empaquetando unas papas. De repente me fijé en un niño pequeño, delicado de cuerpo y aspecto, con ropa roída pero limpia que miraba atentamente un cajón de arvejas frescas maravillosas. Pagué mis papas pero también me sentí atraído por el aspecto de las arvejas. Me encanta la crema de arvejas y las papas frescas!

Admirando las arvejas, no pude evitar escuchar la conversación entre el Sr. Miller y el niño.



-        «Hola Barry, como estás hoy?»
-        «Hola Sr. Miller. Estoy bien, gracias. Solo admiraba las arvejas... se ven muy bien.»
-        «Sí, son muy buenas. ¿Cómo está tu mamá?»
-        «Bien. Cada vez más fuerte.»
-        «Bien. ¿Hay algo en que te pueda ayudar?»
-        «No Señor. Sólo admiraba las arvejas.»
-        «¿Te gustaría llevar algunas a casa?»
-        «No Señor. No tengo con que pagarlas.»
-        «Bueno, qué tienes para cambiar por ellas? »
-        «Lo único que tengo es esto, mi canica más valiosa.»
-        «¿De veras? ¿Me la dejas ver?»
-        «Acá está. ¡Es una joya!»
-        «Ya lo veo. Mmmm... el único problema es que ésta es azul y a mí me gustan las rojas. ¿Tienes alguna como esta, pero roja, en casa?»
-        «No exactamente, pero casi.»
-        «Hagamos una cosa. Llévate esta bolsa de arvejas a casa y la próxima vez que vengas muéstrame la canica roja que tienes.»
-        «Desde ya! Gracias Sr. Miller.»

 La Sra. Miller se me acercó a atenderme y con una sonrisa me dijo:


-        «Hay dos niños más como él en nuestra comunidad, todos en situación muy pobre. A Jim le encanta hacer trueque con ellos por arvejas, manzanas, tomates, o lo que sea. Cuando vuelven con las canicas rojas, y siempre lo hacen, él decide que en realidad no le gusta tanto el rojo, y los manda a casa con otra bolsa de mercadería y la promesa de traer una canica color naranja o verde tal vez.»

Me fui del negocio sonriendo e impresionado con este hombre.

Un tiempo después me mudé a Colorado pero nunca me olvidé de este hombre, los niños y los trueques entre ellos. Varios años pasaron, cada uno más rápidamente que el anterior. Recientemente tuve la oportunidad de visitar unos amigos en esa comunidad en Idaho. Mientras estuve allí, me enteré que el Sr. Miller había muerto. Esa noche sería su velorio y sabiendo que mis amigos querían ir, acepté acompañarlos.

Al llegar a la funeraria, nos pusimos en fila para conocer a los parientes del difunto y para ofrecer nuestro pésame. Delante nuestro en la fila, había tres hombres jóvenes. Uno tenía puesto un uniforme militar y los otros dos unos lindos trajes oscuros con camisas blancas. Parecían profesionales. Se acercaron a la Sra. Miller quien se encontraba al lado de su difunto esposo, tranquila y sonriendo. Cada uno de los hombres la abrazó, la besó, conversó brevemente con ella y luego se acercaron al ataúd. Los ojos azules llenos de lágrimas de la Sra. Miller los siguió uno por uno mientras cada uno tocaba con su mano cálida la mano fría dentro del ataúd. Cada uno se retiró de la funeraria limpiándose los ojos.

Llegó nuestro turno y al acercarme a la Sra. Miller le dije quién era y le recordé lo que me había contado años atrás sobre las canicas. Con los ojos brillando, me tomó de la mano y me condujo al ataúd.

-        «Esos tres jóvenes que se acaban de ir son los tres chicos de los cuales te hablé. Me acaban de decir cuanto agradecían los «trueques» de Jim. Ahora que Jim no podía cambiar de parecer sobre el tamaño o color de las canicas, vinieron a pagar su deuda.

-        «Nunca hemos tenido riqueza» -me confió- «pero ahora Jim se consideraría el hombre más rico del mundo.»

Con una ternura amorosa levantó los dedos sin vida de su esposo. Debajo de ellos había tres canicas rojas exquisitamente brillantes.

Moraleja: No seremos recordados por nuestras palabras, sino por nuestras acciones. La vida no se mide por cada aliento que tomamos sino por las cosas que nos quitan el aliento.

Hoy te deseo un día de milagros comunes, tal como una cafetera de café fresco que otro te preparó, una llamada inesperada de un viejo amigo, semáforos verdes camino al trabajo.

Te deseo un día de cosas pequeñas de las cuales estar agradecido: la fila más rápida en el supermercado, una canción favorita en la radio, encontrar tus llaves justo donde buscas.

Te deseo un día de felicidad y perfección; pequeños trozos de perfección que te hagan sentir que Dios te está sonriendo, sosteniéndote tan tiernamente porque eres alguien especial y único.

Te deseo un día de paz.
Un abrazo

Recibido por correo electrónico el 18 de febrero de 2004, y compartido en junio de 2016 en #MeLoContaronAlredorDelFuego por:

Pterodáctilo Ancestral

junio 2016

jueves, 23 de junio de 2016

La Mesa Italiana / «un equipo cero estrellas, repleto de héroes»

Hoy les comparto una crónica/reflexión que escribí hace más de 10 años para utilizarlo como Motivación Inicial en un conversatorio sobre el Sistema de Patrullas al que me invitaron. Al releerlo, lo considere extraordinariamente oportuno y pertinente para esta época en que nos corresponde remangarnos y aprestarnos para iniciar a reconstruir a nuestra querida y maltrecha Venezuela. Siempre considere que la comparación – y el mismo relato - era algo cruda y desgarrada o al menos muy forzada, pero creo que el mensaje continúa siendo válido y adecuado, para esta época que nos exige a todos y cada uno cumplir con nuestra responsabilidad. Parafraseare a los Angelinos de Anaheim del 2002 y su Rally Monkey: «hoy requerimos formar un equipo con cero estrellas, pero repleto de héroes».

Les comparto entonces:

LA MESA ITALIANA
«un equipo cero estrellas, pero repleto de héroes»

En los años que tengo ejerciendo la ingeniería, siempre me a tocado trabajar con italianos, de ellos recuerdo especialmente a un señor mayor llamado Giuseppe al cual le toco vivir a entre sus 17 y 20 años la ocupación alemana de la ciudad de Roma durante la II Guerra Mundial.

Giuseppe siempre tenía en la boca una historia que se adaptaban perfectamente a las situaciones que estabamos viviendo. Un día en que estabamos revisando porque el personal de mantenimiento que teníamos en la planta no se daba abasto nos contó la siguiente:

«Después de la muerte del Duce, al final de la guerra», nos contó «La mayoría de los jóvenes romanos nos unimos a la resistencia, ya que sentíamos que lo que estaba sucediendo era una invasión de nuestra Patria por parte de los Alemanes. Pero las fuerzas de ocupación normalmente buscaban italianos para que los ayudaran con los trabajos que ellos no querían hacer en los cuarteles.

Una mañana estaba paseando con unos amigos, cuando una patrulla nos intercepto y nos llevo a una casa en donde se estaba instalando un nuevo cuartel de la SS. A medio día ya éramos unas 50 personas las que estabamos: moviendo muebles, pintando, cargando equipos y realizando otra serie de labores para dejar lista la instalación.

En el sótano de la casona había una pesada mesa de hierro, que el sargento quería mover a la habitación principal, unos 10 de nosotros nos pusimos alrededor de la mesa pero nos fue imposible moverla, luego el sargento busco a algunos más e intentamos nuevamente mover el pesado mueble sin ningún efecto. Gritando maldiciones el suboficial, busco nuevamente a otros italianos hasta llegar a un total de 20, que nos distribuimos alrededor de la mesa para intentar moverla, teniendo el mismo resultado de las anteriores veces.

En eso se presento en la habitación un oficial de la SS y observo lo que estaba sucediendo. Ordeno que todos nos separáramos de la mesa y luego eligió a 4 de nosotros y los mando a colocar en cada una de las esquinas de la mesa, luego dijo: “Ahora cada uno de Ustedes es el único responsable de su esquina y todas ellas deben levantarse”. Inmediatamente, al no poder esconderse dentro de la “multitud”, cada uno de los designados levanto la mesa y la comenzó a mover.
El oficial entonces le dijo a su subordinado: “Estos para que aprendas, lo que no se pudo hacer entre 20 sin responsabilidad se logro entre 4 con compromisos claros y específicos. No hay duda de que el miedo influyo en el resultado de la operación, pero seguramente el que cada uno tuviera bien definida su responsabilidad se tradujo directamente en el logro de los objetivos trazados”»

Pterodáctilo Ancestral
Escrito en la 1ra década del siglo XXI

Compartida en junio 2016

miércoles, 15 de junio de 2016

Sobre buques e hijos / a propósito del día del Padre 2016

Buque Escuela Simón Bolívar - Armada Venezolana 


Este relato me lo envió mi hermano Andrés el 14 de abril del 2016, y me pareció perfecto para incluirlo en este blog y compartirlo con Ustedes, y lo hacemos justamente en esta semana que en Venezuela conmemoramos el Día del Padre.

El relato nos ofrece una arista adicional y un recordatorio para los adultos scouts: ««el fin del movimiento es coadyuvar con el autodesarrollo de los jóvenes para que estos puedan REMAR SUS PROPIAS CANOAS, y porque no NAVEGAR SUS PROPIOS BUQUES, dejémoslos zarpar»»

Busque el autor en Internet, y aunque ubique el relato publicado innumerables veces y por diferentes personas, me fue imposible precisar el autor, por eso – sea quien sea – se los comparto con su permiso, y dedicándoselo a mis queridos Padres, que si algo supieron bien, fue dejarnos navegar. Las Fotos son del Buque Escuela Simón Bolívar de la Armada Venezolana, orgullo de toda Venezuela.


Caracas, junio 2016


LOS HIJOS SON
COMO LOS BUQUES

Al mirar un buque en el puerto, imaginamos que está en el lugar más seguro, protegido por un fuerte amarre. Sin embargo, sabemos que está allí preparándose, abasteciéndose, y alistándose para zarpar, cumpliendo con el destino para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos.



Buque Escuela Simón Bolívar - Armada Venezolana
Dejando su estela, y dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve, tendrá que desviar la ruta, trazar otros rumbos y buscar otros puertos. Pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido, enriquecido por las diferentes culturas recorridas y habrá mucha gente esperando feliz en el puerto para celebrar sus millas navegadas.


Así son los HIJOS, tienen sus PADRES como puerto seguro, hasta que se tornan independientes. Por más seguridad, protección y manutención que puedan sentir junto a sus padres, los hijos nacieron para surcar los mares de la vida, correr sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras. Cierto es que llevan consigo los ejemplos adquiridos, los conocimientos obtenidos, pero lo más importante que llevan en el interior de cada uno, en el timón de su corazón, es la incansable búsqueda de la felicidad.


El lugar más seguro para el buque, es el puerto. Pero el buque no fue construido para permanecer allí. Los padres piensan que son el puerto seguro de sus hijos, pero no pueden olvidarse que deben prepararlos para navegar mar adentro y encontrar su propio lugar donde se sientan seguros, con la certeza de que deberán ser en otro tiempo, un puerto seguro para otros seres (nuestros nietos).




Buque Escuela Simón Bolívar - Armada Venezolana
No podemos trazar la ruta de nuestros hijos, lo que si podemos es ayudarlos a que lleven un buen equipaje lleno de valores como humildad, solidaridad, honestidad, disciplina, gratitud y generosidad. Podemos desear su felicidad, pero no ser felices por ellos. No podemos seguir su travesía, ni ellos descansar en nuestros logros. Los hijos deben hacerse a la mar desde el puerto donde sus padres llegaron y como los buques, partir en busca de sus propias conquistas y aventuras. Con la preparación suficiente para navegar un largo viaje llamado vida,  impartido por quienes tuvieron la certeza de que solo quien ama, educa…


Cuán difícil es soltar las amarras y dejar zarpar el buque!


Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre a sus hijos, es la autonomía.


¡ ¡ ¡ Hijos, buen viento y buena mar ! ! !




Compartido por:

Pterodáctilo Ancestral
junio 2016



miércoles, 8 de junio de 2016

Verde Tropical / por Luigi GINO Luongo

Como secuela de la publicación del pasado 11 de mayo (Los Halcones en La Forja de Vulcano), hace unos días me llamo GINO, para entregarme una crónica escrita por él en consecuencia del cambio del uniforme azul a verde en la ASV (este segundo cambio de nuestra vestimenta se realizó en 1997, sin embargo el autor no me pudo precisar la fecha del escrito, aunque si recuerda que nunca lo publicó por lo que hoy lo compartimos como un escrito totalmente inédito).

Para mí - que siempre he considerado que para cada de nosotros “el viejo uniforme” es simplemente aquel que nos tocó utilizar - el tema nunca fue atractivo y confieso que lo fui a buscar con cierto escepticismo y principalmente motivado a tener la oportunidad de abrazar a un amigo.

Sin embargo GINO nuevamente me sorprende, dándole la vuelta y llevándonos a una arista que algunos de nosotros no habíamos percibido ni considerado jamás. Con su peculiar estilo de <<PICO DE ORO>>, divaga hasta que nos amarra a su relato, para luego hacernos aterrizar en donde él tenía previsto desde antes. De una manera muy agradable, Gino se regodea pelando todo aquello que podemos considerar la "concha de la mandarina", para descubrir el "jugoso fruto", al presentarnos lo que para él es fondo de asunto, que en este caso encarnan los valores mismo del movimiento scout. 

Por razones obvias, el escrito no lleva correcciones ni ediciones de parte nuestra y lo compartimos tal y como lo recibimos del autor.

Hoy nos sentimos
sumamente horados y
complacidos de poder
compartir esta crónica de
un amigo que admiramos,
y ademas porque
sentimos que de
alguna manera, esto es
<<ponerle los “pantalones largos” a
#MeLoContaronAlrededorDelFuego>>,
entonces para todos Ustedes... ...


Verde Tropical
por Luigi GINO Luongo
Caracas - 1997



En el curso de los últimos treinta años (que son los que yo recuerdo) hemos soportado el trauma de dos cambios de uniforme, eso quiere decir que me encuentro entre aquellos que se acuerdan del primero entre ellos: el kaki, pantalón corto, camisa y sombrero del mismo color y medias beige con trenzillas verdes. En algún momento alguien decidió que ese uniforme era demasiado caro o demasiado extravagante y lo cambiaron. El color kaki desapareció y en su lugar vino uno azul en dos tonos, oscuro abajo y claro para la camisa. El famoso sombrero redondo de fieltro con los cuatro golpes que nos hacía sentir colonialistas fue cambiado por una proletaria cachucha azul. Veinte años después, otro cambio. Todo eso desaparece para darle paso a una chillona y tropical camisa verde.


Voy a abrir un paréntesis en cuanto al pantalón.

Los Scouts hemos ido a contracorriente con un tino muy especial. Hace treinta años los únicos que se atrevían a utilizar los pantalones cortos éramos los jugadores de fútbol y nosotros. El salir un sábado en la tarde, uniformado, con pantalones cortos, trenzillas y medias hasta las rodillas en San Agustín, el Valle ó Catia era una provocación que siempre surtía efecto. Nuestra ventaja era que formaba parte del conjunto el único adminículo verdaderamente útil, el bordón. Tenía un efecto disuasivo en principio y contundentemente represivo al fallar lo primero.

Con el tiempo la gente dejó de fastidiarnos ya que empezó a ponerse de moda ir en pantalones cortos hasta convertirse en algo normal y nosotros los Scouts en cambio... los fuimos alargando. A pesar de eso cuando alguien piensa en nosotros siempre piensa en un idiota con los pantalones cortos y no en un idiota con los pantalones largos. Hemos entrado en la cultura con las rodillas al aire y jamás se darán cuenta que ahora, al menos nosotros, nos las tapamos. Esto me permite otro paréntesis al paréntesis anterior.

¿Se han fijado en lo limitado que son los chistes sobre los Scouts? Son siempre los mismos y siempre gafos. Definitivamente los creativos somos nosotros, esto hace que estamos obligados a proponer un concurso entre nosotros para hacer mejores chistes sobre nosotros mismos (perdonen tanto nosotros) sino estaremos condenados ad aeternam a oír aquello de “un conjunto de niños vestidos como...” y eso es demasiado para cualquiera.

Voy a cerrar el último paréntesis y ya que estoy en eso voy a cerrar el otro también. Yo creo que en general los Scouts somos gente tradicionalista. Esto implica un cierto apego al pasado. Un ejemplo de eso es que estamos chingos por reunirnos con alguien que fue de nuestra patrulla para recordar y revivir esa experiencia.

Basta que se reúnan dos tipos mayores de veinticinco años , para que comiencen a recordar las vicisitudes pasadas y cuando llegan a los treinta se reunen para recordar cuando se reunieron a los veinticinco para recordar cuando se reunieron a los diecisiete cuando se reunieron para recordar cuando estaban en la patrulla halcones en el juego amplio en que les ganamos a la oso. Y así hasta el infinito.

Cada vez que hablamos del uniforma kaki se nos aguan los ojos al recordar nuestro sombrero redondo con los cuatro golpes, y olvidamos que cada vez que el Jefe de tropa se descuidaba le quitábamos los cuatro golpes , los convertíamos en dos laterales, le levantábamos las alas al sombrero y lo convertíamos en lo que sí nos gustaba de verdad verdad: un sombrero vaquero como el de John Wayne . Siempre estuvimos más cerca de los vaqueros que de la policía montada canadiense. Efectos de la televisión, sin duda alguna. Que siempre nos mostró a un sargento Prescott desabrido.

Ese uniforme, un buen día desapareció y nos lo cambiaron por el azul. El kaki era demasiado caro y demasiado militar y había que desmilitarizar la imagen y abaratar el paquete. Y así se hizo. Y todos saben lo que ocurrió después. Bastó que nosotros empezáramos a salir a la calle con pantalones azul oscuro y camisa azul clara que todos los cuerpos de vigilantes privados de Venezuela escogieran los mismos colores para sus uniformes y oprobio final, hasta los agentes de la Policía Municipal de Caracas. (Y los grandísimos desgraciados también tenían el sombrero que sí nos gusta).

Entonces, otro cambio, vamos a la camisa verde. El mismo día en que nosotros decidimos utilizar ese color ya que los demás estaban copados en los “cuarentaycincomil” cuerpos de policía municipales del País, los barrenderos de Fospuca tienen la misma idea. ¿Traición, coincidencia, mala suerte, el mismo diseñador? Vaya usted a saberlo.

Así que ahora no nos parecemos a los militares, no nos parecemos a los vigilantes privados y a la policía municipal, ahora nos parecemos a los barrenderos.

Pero, vamos a ver el asunto un poco más de cerca. ¿En verdad queremos parecernos a los militares?  Yo creo que en principio ya están todos los que se necesitan. Además están demasiado cerca de las armas y eso a la larga no resulta muy saludable ni para ellos ni para los que están cerca de ellos. Así que mejor no nos parezcamos demasiado.

Por otro lado, los vigilantes privados. Es muy parecido a lo anterior, en el sentido que son gente que nos tendrían que proteger y de repente, lo vemos en los periódicos, se convierten en agresores ó, en el mejor de los casos, se les escapa un tiro.

En cambio nunca hemos oído que los obreros de Fospuca hayan intentado saltar jamás ninguna talanquera, no hacen ruido de sables ni se les ha escapado ningún tiro de ninguna arma de reglamento porque en principio una robusta escoba no es un arma demasiado peligrosa. (Ni siquiera en las manos de mi mamá que le tenía una guerra declarada a las cucarachas ó cuando se cansaba de arriar cuatro muchachos revoltosos y perdía la paciencia. Les puedo asegurar que no fue demasiado traumático, ni para las cucarachas ni para nosotros).

Si es nuestro destino parecernos a alguien, si no podemos ser absolutamente originales, entre parecernos a los militares, a los vigilantes privados ó a los policías yo prefiero parecerme a un honesto trabajador que se gana la vida limpiando lo que los demás ensucian.

Sospecho que en este contexto, a B.P. no le hubiera disgustado.

Gino Luongo
Caracas 1997

compartida por
Pterodáctilo Ancestral
Caracas junio 2016


miércoles, 1 de junio de 2016

Caracas por Ernesto Alexander / en Crónicas Inventadas

Una de las razones que me llevo a retomar la escritura de estas crónicas y a abrir mi Me Lo Contaron Alrededor Del Fuego fue el entusiasmo de mi hijo Ernesto Alexander por la escritura y su blog.

La crónica que hoy les comparto, lo escribió al salir de una marcha y lo público en su blog: CRÓNICAS INVENTADAS el 10 de junio de 2012, es de los que más me gustan de los que ha publicado hasta el momento, con muchísimo respeto y su permiso se los comparto con: todo mi orgullo por el autor y toda la tristeza de que cuatro años más tarde la situación en nuestra Caracas está mucho peor.

Al compartirles esta crónica en mi alma se mezclan: mi Corazón Caraqueño (Caraquista Jamás), mi infinita admiración por el autor, el inmenso placer de leerlo, mi amor hacia él y sus hermanos, y mi desbordada impaciencia porque él sus hermanos tengan el derecho de conocer y vivir en la Caracas que yo aprendí a amar.  


Se te quiere muchísimo hijo…

Nota: les agrego los enlaces para que puedan disfrutar de sus Crónicas inventadas

Caracas
de Ernesto Alexander


Caracas, mi Caracas como te quiero como te odio, tus calles rotas y sucias pintadas del rojo derramado por tus falsos hijos, tus casitas de cartón que se arrugan con la lluvia, donde los sueños huyen de las balas. Pero debajo de petare y de las mercedes, de la riqueza y de la pobreza, de la izquierda y de la derecha, hay personas, algunas que se aferran a tus calles otras que están locas por irse.

Personas que suben y bajan cientos de escalones para tocar un violín, y otros que los esperan para quitarles lo del pasaje, están quienes sueñan con mejorar y los que usan polvos y humo para soñar, los que con guitarras hablan de cambiar, los que te suplican que por algún bando vayas a votar, quienes creen es mayor problema es la moda de los zapatos que acaba de cambiar o que se ponen la misma cresta que el de al lado para expresar su individualidad y los que no tienen idea de si podrán volver a su casa.

Todos convivimos aquí bajo la sombra del Ávila, marchamos por futuros distintos pero por las mismas calles, creemos en dioses distintos pero en una misma cuadra hay una sinagoga, una mezquita y una iglesia, y muy cerca hay una casa hecha de luz que un grupo de barbaros se empeñan en ver arder, donde los sueños envejecen esperando en el tráfico de la hora pico.

Pero en las calles se escuchan los buenos días, bajo la tierra hay gente que se apoya en su bastón para que otros se sienten, el taxista aun busca conversación, las plazas se llenan de libros y de músicos, los semáforos están llenos de circos portátiles de 30 segundos que sobreviven con unas pocas monedas tanto como las armas automáticas se los permitan.

Es que eres un contraste de ciudad mi querida Caracas, que quien se para y deja un puesto en el metro luego no reconoce el verde del rojo, los rayados son invisibles, y la única pintura blanca en el suelo que se puede ver es para marcar donde termino uno de tus hijos, al parecer nadie te aprecia hasta que no te tiene, pero cuando se van no dejan de hablar de lo bella que eres, eres como la Madrid de Sabina insoportable pero también irremplazable, que por más que me encantaría no lidiar con tus problemas no tengo ni la menor intención de irme, eres mi hogar y mi corazón está aquí.

Supongo que parafraseare a Sabina de nuevo, pues cuando la muerte me visite deseo lo mismo que el, no me despierten, estoy bien aquí a la sombra del Ávila, con las guacamayas y la lluvia, en esta loca ciudad que se ha convertido en mi hogar.

Ernesto Alexander Rodríguez
10 de junio de 2012

compartido por
Pterodáctilo Ancestral
en #MeLoContaronAlrededorDelFuego
Junio 2016