martes, 3 de septiembre de 2019

taki ti takí, taki ti tá

taki ti takí, taki ti tá

Apenas salió del aeropuerto Simón Bolívar, el calor de Maiquetía golpeo al joven de veinticinco años con una sensación que nunca había imaginado posible, por eso se apresuró a buscar la frescura del aire acondicionado, entrando al asiento trasero del FORD LTD NEGRO en que el chofer lo esperaba para llevarlo hasta Guatire.

El chofer intento plantear una conversación intrascendente, de esas con que no se quiere arriesgar absolutamente nada, pero: entre el jet lag (que ya existía, aunque no estaba bautizado por esos tiempos), el entumecimiento de largas horas de vuelo en aquel minúsculo asiento y el arrullo de aquella conversación, simplemente se quedó dormido.

Al despertar, el vehículo estaba entrando al estacionamiento de la pequeña fábrica de marcos metálicos para puertas y ventanas. El nuevo dueño (nieto del fundador), había decidido repotenciar la planta comprado una vieja plegadora semiautomática de segunda (o tercera) mano, y a él lo habían contratado para ponerla a punto. A pesar de su corta edad, contaba con amplísima experiencia en aquellas viejas máquinas de los años cincuenta, ya que desde antes de los diecisiete años ayudaba a su padre y su abuelo, quienes se habían especializado en el mantenimiento y la repotenciación de las mismas desde hacía muchísimo tiempo, y para «tutte le fabbriche» instaladas a lo largo de las riberas del «Lago Maggiore», ellos eran la mayor institución en lo relativo al subsistencia de esas vetustas máquinas.

taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá

Al llegar a la planta, Luca conoció a Ferdinando Cori: el nuevo dueño (joven ítalo venezolano de tercera generación, quien, estaba decidido a aprovechar al máximo los créditos industriales promovidos por CAP-I, para convertir el «il laboratorio del nonno» en una verdadera industria), a Ña´Carmen Cruz: la administradora de la empresa (una negra barloventeña que aparentaba unos sesenta y dale años quien hacía de administradora, jefa de recursos humanos, responsable de servicios generales, compradora y secretaria desde las ya lejanas épocas en Don Benedetto, el abuelo de Ferdinando, dirigía la empresa, fue ella quien coordino todo lo relativo al viaje con Luca, y sus contactos con el resto del personal), a Boris: «il caposquadra» (un viejo de edad y origen totalmente imprecisos, que hablaba un dialecto indescifrable, y que además de ser el alma de la producción, de la calidad, del mantenimiento y de la seguridad del taller, se encargaba de todo aquello que sus patronos le encomendaban) y finalmente Rosalinda: la recepcionista y asistente de Carmen (una preciosa negra oriental de unos dieciocho años, que haciendo honor a su tocaya del poema de Ernesto Rodriguez: «tenía los senos bonitos, como las rosas abiertas, pulpa de amor en el centro de sus pupilas saltonas, como las frutas pintonas que dicen mucho por dentro»). Con todos ellos de una u otra manera comenzó a trabajar Luca en su inmenso apuro de terminar el trabajo antes del viernes.

Y es que, el joven Luca guardaba para si un inmenso secreto. La verdadera razón de su visita, poco o nada tenía que ver con la «vecchia piegatrice», su viaje a estas tierras, estaba motivado por su inmenso deseo de escuchar el toque de tambores en Curiepe. Desde que había visto un documental en la RAI sobre la celebración de los tambores de San Juan en aquel remoto Barlovento Venezolano, había quedado enamorado de todo aquello: de la tierra ardiente, de la fiesta, del taki ti takí, taki ti tá, de sus colores, del ambiente desenfrenado y libertino, del ron y la caña clara, de los tambores, de las negras con cintura prieta y del taki – taki sobre la mina.

Por eso: cuando llamaron de Venezuela pidiendo un presupuesto, se afano en convencer a su padre y su abuelo de que él ya estaba listo, y podía encargarse de ese trabajo. Por eso: desde el principio había cuadrado el viaje para que le coincidiera, con el sábado 24 de junio de 1978 día de San Juan (que to´lo tiene, y to´lo da). Por eso: antes de salir del aeropuerto de Malpensa vía Roma y Caracas, le había pedido a la Administradora de la fábrica la Sra. Rosalía Cruz, que le ubicara un «ostello o locanda», en el pueblecito oriental o en sus alrededores, y que le recomendara un chofer de confianza que pudiera llevarlo el viernes al terminar con los trabajos de la fábrica y buscarlo el lunes por la mañana. Por eso: se había propuesto terminar a como diera lugar con todos los trabajos de la plegadora antes del mediodía del viernes, de manera de pasar la noche de San Juan en la Plaza Bolívar del pueblo. Por eso: desde y para siempre, a más de ocho mil kilómetros de distancia, y sin saberlo, el joven italiano había atado su destino con Curiepe.

Al llegar, y luego de las presentaciones, y la palabrería esperada, le preguntaron si quería ir a comer y a descansar al hotel, pero las prioridades de Luca estaban muy claras, y decidió ir con Boris para revisar el estatus de los trabajos que vía télex había solicitado, le adelantaran antes de su arribo a la planta. Lo que vio le agrado, el multiuso de la planta, había realizado los trabajos encomendados con precisión y acatamiento prusianos, por lo que todo estaba mucho mejor de lo esperado. Como a las dos horas de estar trabajando, Rosalinda se les acerco con par de arepas de “Reina Pepeada” adornadas con tomate margariteño, y dos polarcitas vestidas de novia, los hombres detuvieron el trabajo y los tres se sentaron sobre unos bancos del taller para catar la cena, ya a Luca le habían contado de este exótico manjar del Caribe, pero al probarlas pensó que ninguna de las alabanzas escuchadas, le hacían honor a aquella exquisitez. Y es que el placer se volvía exquisito, al armonizarlo con la sonrisa, la risa y el taki ti tá de aquella exuberante Rosalinda.





Al rato se les acerco Ña´Carmen, y les dijo (les ordeno) que ya era hora de retirarse, Luca aprovecho para preguntar:





  • Signora Cruz, Posso localizzare l'ostello a Curiepe?



  • Reservamos en el mejor del lugar del pueblo, sin embargo, insistimos que esa desvergüenza no es adecuada para un caballero como Usted, ese libertinaje es cosa de negros, allí manda el maligno, y se ven cosas que los cristianos no podemos ni mentar – contesto la mujer mientras se santiguaba repetidamente, y procedió – pero si Usted insiste mañana temprano, Rosalinda llama para confirmar, pero yo creo que no debe ir, eso son cosas del maligno, esos son cosas del maligno… …


Boris se mantuvo estoico, eso no era con él, pero los dos jóvenes rieron a coro, en una complicidad propia de una pareja de muchos años, lo que no pasó desapercibido para la vieja Ña´Carmen.

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De esa misma manera, paso el resto de la semana: Luca y el viejo Boris automatizando y poniendo a punto la plegadora desde el amanecer hasta bien entrada cada noche; Ferdinando Cori llamando desde las oficinas de Caracas para verificar ¿CÓMO VA TODO?, ¿NECESITAN ALGO?, ¿TERMINAN A TIEMPO?; la Sra. Cruz ordenando, mandando, coordinando y convenciendo a Luca de que bajo ningún concepto debe ir a Curiepe, porque: «esos son cosas del maligno»; y Rosalinda llevándoles el almuerzo, la cena, cafecitos bien cargados (como le gusta a Boris) durante todo el día de cada día, y polarcitas bien frías al anochecer, pero sobre todo: alegrándole a Luca las mañanas, las tardes y las noches con su figura, su voz, su sonrisa, su risa, su piel azabache, sus rojos labios, sus ojos negros, su olor, su taki taki al caminar, con su sola existencia.

Y finalmente llego el viernes, y como estaba programado el trabajo estaba culminado, la «piegatrice» estaba lista, y temprano en la mañana, los tres Cori´s llegaron a Guatire para participar en el arranque de la misma, el escenario estaba montado: los tres dueños en primera fila, detrás la Sra. Cruz y Rosalinda (que hoy  lucía un apretado pantalón Olímpico, de aquellos de «QUE BUEN PANTALÓN», de color blanco, una extraordinariamente bien ajustada franela que resaltan sus abundantes atributos, y todo rematado por unos zapatos de puntiagudos y altos tacones rojos, más propios de un cabaret que de una planta industrial), frente a los dueños Luca (como un director de orquesta) parado frente a su obra, y finalmente Boris junto a un ayudante, alrededor a la plegadora. Sin esperar instrucciones, el ayudante paso el breaker de potencia, y Boris le dio instrucciones a la máquina, taki ti takí, taki ti tá comenzaron a sonar los viejos engranajes movidos por aquellos nuevos servomotores, taki ti takí, taki ti tá sonaban las veteranas levas mientras se despertaban de años de óxido y herrumbre, taki ti takí, taki ti tá retumbaba todo el taller, y de inmediato la vieja plegadora repotenciada, comenzó a producir una larga serie de marcos de ventanas. Solo los aplausos del público, acallaron el ruido de la plegadora. Y por no tener más nada que hacer ni observar: así como había comenzado hacía apenas una semana, la repotenciación de la pequeña fábrica de marcos metálicos, para puertas y ventanas de Guatire, se terminó.

Luego de las felicitaciones, los agradecimientos y las despedidas de rigor: abuelo, padre y nieto, se despidieron y en procesión se apresuraron en buscar el FORD LTD NEGRO del año, para acortar al máximo su permanencia en el calor de Guatire e iniciar de inmediato su retorno a Caracas, taki ti takí, taki ti tá suenan los tacones de Rosalinda corriendo tras ellos para que le firmaran algunas órdenes de compra, antes de partir.

Mientras los dueños se van Luca y Ña´Carmen, se despiden en la oficina:

  • La ringrazio molto per tutta Signora Cruz, senza il tuo prezioso aiuto non avrei potuto finire entro la settimana– dice Luca mientras la besa en ambas mejillas.

  • No hay de que muchacho, fue solo trabajo en equipo, te felicito – contesta la Doña, dándole un beso en la mejilla, y continuo – Boris, ya te está esperando con la Pickup para llevarte a Curiepe, pero yo insisto que deberías suspender ese viaje, «esas son cosas del Maligno».



  • Stai calmo, signora Cruz, mi prendo cura di me stessa, grazie mille per tutto – contesto/grito el Luca que ya se dirigía hacia el estacionamiento con sus maletas en la mano.


Luca abordo la pickup, notando la infinita diferencia entre la comodidad del FORD LTD que lo busco en Maiquetía, y la de esta FORD F150, que le asignaron para concluir su viaje. Pero sin pensarlo mucho abordo el puesto de copiloto, y de inmediato ambos hombres salieron hacia el viejo caserío, situado a solo 100 Km de Caracas, y que fue fundado hacia el año 1721 por el «Negro Juan del Rosario Blanco y su partida de negros libres y cimarrones, a las orillas del río homónimo», la idea de los dos hombres era llegar al poblado esa misma noche para escuchar y participar en el taki ti takí, taki ti tá, con la que todos las noches del 23 de junio los descendientes de Juan del Rosario conmemoran el bautismo de Jesús por San Juan durante la noche más mágica del año, la Noche de San Juan.

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Boris lo dejo frente a la posada que había contratado Ña´Carmen, justo a tiempo para que Luca entrara, dejara sus maletas y se uniera a la fiesta al filo de la media noche, en el mismo instante cuando se encienden las hogueras, y el taki ti takí, taki ti tá se apodera del ambiente, envolviendo todo con su magia: en cada esquina el calor de una hoguera, con cada hoguera el frenesí del taki ti tá de los tambores, y al son de ese taki ti tá las negras ardientes de cinturas prietas, llenándolo todo con sus cuerpos, con sus risas, con el taki ti tá de sus cinturas, con sus senos ardientes listos para explotar, y con sus negras cabelleras batiéndose al ritmo de la música, recordando épocas cuando a sus esclavas abuelas solo les daban unas cortas noches al año para que festejaran a su manera, y lo hacían diciendo a sus amos que bailaban en honor de San Juan Bautista, cuando de verdad lo hacían por Shangó, por Yemanyá y Oxún, por Obatalá, o por el mismísimo Elegbará.

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Luca compro un par de botellas de caña clara, empino la primera y bebió un larguísimo trago, sintiendo como el líquido le quemaba por dentro, con la misma intensidad con que las llamas de las hogueras alumbraban las blancas paredes de la centenaria y única iglesia de Curiepe, luego comenzó a caminar hacia la Plaza Bolívar, cuando una bella negra se le paro al frente y comenzó bailarlo, Luca intento seguirle los pasos, guiado por las risas y los movimientos de la hembra, hasta que está soltó una larga carcajada, le quito la botella de la mano, saboreo si reparos la transparente bebida, y luego la compartió con el joven italiano mediante un largo y caliente beso, al terminar – entre risas – se apartó del joven, y continuo con su taki ti takí, taki ti tá perdiéndose entre el bullicio del pueblo… …

taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá

Luca continuo adentrándose en aquella fiesta, al calor de las hogueras, del Caribe, de los tambores, de la bebida, de las hembras… … y entonces sin más la vio, en medio de su euforia, en medio de sus deseos, en medio de su lujuria, en medio de su embriaguez la reconoció entre la multitud, era ella, tenía que ser ella, solo podía ser ella, llenándolo todo con su figura, su voz, su sonrisa, su risa, su piel azabache, sus rojos labios, sus ojos negros, su olor, su taki taki al caminar, llenándolo todo con su sola existencia, ella también lo vio, lo reconoció, se carcajeo y continuo bailando, continuo moviéndose al son de aquel contagioso e interminable… …

taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá

Luca se apresuró a alcanzarla, corrió mientras atravesaba la multitud, pero cuando finalmente logro llegar al sitio donde la negra bailaba, ya ella allí no estaba, como loco la busco, ¿de verdad la había visto, o solo eran sus más profundos deseos, bañados por aquella caña?, ya presa de la locura, Luca continúo adentrándose en aquel bullicio, bailando, bebiendo, apeteciendo, deseando, y al rato – a lo lejos – nuevamente la descubrió, bailando alrededor de otra de las hogueras, era ella, tenía que ser ella, solo podía ser ella, llenándolo todo con su figura, su voz, su sonrisa, su risa, su piel azabache, sus rojos labios, sus ojos negros, su olor, su taki taki al caminar, llenándolo todo con su sola existencia, ella también lo vio, lo reconoció, se carcajeo y continuo bailando, continuo moviéndose y contorsionándose al son de aquel contagioso e interminable… …

taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá

Ahora Luca, corrió como poseído, empujando todo a su paso, apartando todo en su galopada, sudando por el calor del Caribe, de las hogueras, de la carrera, de la bebida, del deseo por aquellas exuberantes hembras, y de aquel interminable taki ti takí, taki ti tá que ya le retumbaba por dentro, y al llegar – nuevamente – ya ella no estaba allí. Envuelto en su locura Luca grito, busco, rebusco, escruto, y nada ella ya no estaba… … cuando de repente – ¿o al rato? – nuevamente la descubrió – a lo lejos – bailando alrededor de otra de las hogueras, era ella, tenía que ser ella, solo podía ser ella, llenándolo todo con su figura, su voz, su sonrisa, su risa, su piel azabache, sus rojos labios, sus ojos negros, su olor, su taki taki al caminar, llenándolo todo con su sola existencia, ella también lo vio, lo reconoció, se carcajeo y continuo bailando, continuo moviéndose y contorsionándose al son de aquel contagioso e interminable… …

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Aquel acto se repitió, una, dos, miles e infinitas veces, durante aquella noche sin fin, durante aquella fiesta sin final, en la que sumergido en la bebida y poseído por la locura, Luca recorrió una, dos, mil o infinitas veces, cada calle, cada plaza, cada acera, cada esquina, cada hoguera de Curiepe, y entonces a llegar al rio, una vez más la vio, la descubrió, esta vez no bailaba alrededor de las hogueras, esta vez no se confundía entre la multitud, ahora la veía definida, clara, sin dudas, como una diosa negra, como una divinidad de ébano, parada en la otra orilla del rio, a todo el borde de la selva, sonriéndole, haciéndole señas e invitándolo a seguirla, llenándolo todo con su figura, su voz, su sonrisa, su risa, su piel azabache, sus rojos labios, sus ojos negros, su olor, su taki taki, llenándolo todo con su sola existencia, con su baile, al son de aquel contagioso e interminable… …

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El lunes por la mañana, todo era algarabía y conmoción en la pequeña – y recientemente repotenciada – fábrica de marcos metálicos, para puertas y ventanas de Guatire. Rosalinda y Boris, totalmente perplejos ojeaban la edición del día de LA VOZ DE GUARENAS, completamente abierta sobre la mesa de la oficina:

CURIEPE CONMOCIONADA POR
EL ABOMINABLE ASESINATO DEL JOVEN TÉCNICO ITALIANO

Las autoridades y la comunidad curiepense, continúan indignados e impresionados, por el aborrecible asesinato del joven Luca Ruggerie, técnico italiano que decidió realizar una visita turística, para conocer la folclórica celebración de la Fiesta de San Juan, en esta bella zona turística de la parroquia Curiepe del Municipio Brión, en la región de Barlovento, del estado Miranda. El cuerpo del joven técnico fue hallado por unos conuqueros en la tarde del sábado 24 de junio, en la zona conocida como el altar de piedra. Al lugar se trasladaron los oficiales del Cuerpo Técnico de la Policía Judicial para realizar las investigaciones de rigor… … … …

¿EL REGRESO DEL CHUPACABRAS?

Este reportero, pudo conversar con Rafael Bastardo y Pedro Mesa, los conuqueros que el pasado sábado, se dirigían a sus conucos, para encontrarse con el cuerpo sin vida del Luca Ruggeri de 25 años, de origen italiano. Los parceleros, comunicaron a LA VOZ, que lo que más les impacto, fue que, aunque el cadáver presentaba graves heridas y con la cabeza totalmente separada del cuerpo, no habían manchas de sangre, o rastros de la misma, sobre el denominado Altar de Piedra, en donde fue hallado por ellos… … … …  


taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá / taki ti takí, taki ti tá

A media mañana, cuando Ña Carmen llego a la planta, Boris se le quedo mirando de medio lado, como quien no quiere ver la cosa: la mujer representaba muchos años menos que los que aparentaba cuando se despidieron el viernes, sus cabellos ayer repletos de canas, hoy lucían un nuevo y extraordinario brillo, los senos caídos y arrugados del viernes, ahora hacían alarde de plenitud, invitando a la lujuria, y al placer. Su piel presentaba ahora un extraño y nuevo brillo, que hacía tiempo no tenia, y su todo era el de una bella y apetecible mujer.

Al pasar frente a la mesa, en donde Rosalinda y Boris leían la prensa, se paró un momento, y les dijo: «Yo le dije a ese joven que no debía ir a Curiepe, que ese no era lugar para él, que yo creía que allí no debía ir, que eso eran cosas del maligno, que eso eran cosas del maligno – y poniendo sus ahora tersas manos sobre los hombros, del ”il caposquadra” y su asistente, les dijo – y siempre es muy bueno recordar, que no es sano meterse con el maligno»

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Pterodáctilo Ancestral,
Caracas, 2 de agosto de 2016