lunes, 14 de diciembre de 2020

¿QUIERES QUE REMEMOS JUNTOS?

Un día, entre el aquí y el ahora nuestras canoas se cruzaron, y nos encontramos en un oportuno y propicio remanso del rio, disfrutamos de aquel instante; nos gustó lo que sentíamos, y entonces desde allí, deslumbrados por el brillo del momento, acordamos continuar el viaje remando juntos; en ese instante cada quien aporto su morralito lleno de valores, ánimo, coraje, belleza, experiencias, ideas, habilidades y oportunidades, un morralito que también contenía fallas, muecas, “peros”, egoísmos, miedos y defectos, y así juntos complementamos unos macundales con más pasión y lujuria que amor, con más sueños que proyectos,  con más preguntas que respuestas, pero con la fe y seguridad de querer hacerlo en serio, de querer hacerlo juntos y así, simplemente así, comenzamos a remar juntos. Creo que en ese instante más que amarnos el uno al otro, amábamos como nos sentíamos al estar juntos. 

Al principio cada quien bogaba a su ritmo, remaba a su modo, marcando su rumbo y sus tiempos, pero aprendimos a remar juntos, ganamos experiencia, ganamos comprensión, ganamos juicio, ganamos inteligencia y terminamos sincronizando nuestros remos, logramos dar las mismas voces y buscando el mismo azimut, nuestro azimut.

Treinta años más tarde, El RIO DE LA VIDA, nos ha dado la oportunidad de disfrutar de bellísimos paisajes, esplendorosos amaneceres, exuberantes bosques, inolvidables atardeceres, e infinitas noches estrelladas, pero también descubrimos que aquel rio escondía difíciles escollos, interminables tormentas, peligrosos rápidos, calurosos días y frías noches. Y de alguna manera, hemos disfrutado de unos como de los otros: ha sido tan gratificante pasar contigo una estrellada noche, tendidos en las arenas de cualquier escondida playa bañada por un remanso del rio; como recoger los macundales y peroles, luego que algún escollo escondido nos volteara la canoa e hiciera que se perdiera la carga; la extraordinaria satisfacción de pasar exitosamente por algún turbulento rápido verificando que al final del mismo estábamos secos, ha sido comparable a la de ayudarnos a poner a secar el bagaje mojado luego de que una eterna tormenta, pareciera a punto de hundirnos la canoa.

En algún momento, la embarcación creció y se nos llenó, al punto de querer gritar, NO HAY CAMA PA´TANTA GENTE, pero entre todos, cada quien, remando a su modo y manera, supimos echar pa´adelante, para pasar juntos buena parte del rio; hoy pareciera que nuevamente regresaremos a nuestra pequeña canoa inicial, pero repleta de recuerdos, éxitos e historias, y quien sabe que más.

Algunas tardes, al sacar la canoa del rio para pasar la noche y descansar, la observamos llena: de golpes, raspaduras, parches y reparaciones; pero cada uno de esos remiendos evoca: recuerdos, cuentos, fabulas, historias, fracasos y éxitos; todos diferentes, todos recordados, todos importantes, y seguramente todos plenos de amor. Hoy creo que sin duda si nos amamos, y quizás lo más importante es que aún seguimos amando como nos sentimos al estar juntos.

Gracias esposa, ¿QUIERES SEGUIR REMANDO CONMIGO?

JuanRodrigoRodriguez15122020 

Fotografía de estudió de @Ildetrias diciembre 2020