miércoles, 29 de marzo de 2017

Fundamentos del Escultismo / Las Famosas Estaciones de Salvamento


En las últimas semanas hemos insistido en este sitio sobre la urgencia de rescatar y renovar los Fundamentos del Escultismo, para volver a convertirlo en una herramienta útil en la formación de los jóvenes que estarán llamados a coadyuvar con la reconstrucción de La Venezuela Posible que todos soñamos. Y para eso proponíamos regresar a los orígenes del escultismo y rescatar el Método Scout o como lo resumió Eulalia Vila en su apremiante comentario a este Blog la semana pasada: “La pedagogía scout debe ser nuevamente puesta a la palestra”, y más adelante ella proponía: “He propuesto conversar sobre el tema, dar a conocer experiencias valiosas a los nuevos adultos scouts, hablar de las vivencias personales como muchacho scout, como adulto scout. ¿Hay alguien que si tenga poder de convocatoria? Lo invito a proponer y lograr estos conversatorios” (ver comentarios adjuntos a “Viendo los toros desde la barrera / Los Cachorros de Sabana Grande / uno de nosotros - marzo 2017). Y tomando como buena la propuesta, en #MeLoContaronAlrededorDelFuego, consideramos que la Asamblea Nacional Scout, era la palestra ideal para hacer SONAR EL KUDU y convocar a todos aquellos que han vivido esas experiencias valiosas y a los que hoy tienen la responsabilidad de aplicarlas, para juntos resembrar el escultismo es esta tierra de gracias.

Pero eso lamentamos muy profundamente que los cambios que se realizaran en la 104º Asamblea Scout se enmarcaran en regresar a la utilización de la Flor de Lis como símbolo del escultismo venezolano. Nunca nos correspondió estar en puestos de decisión cuando la institución realizo los cambios de uniforme (en la Tropa del Caqui al Azul y luego del Azul al Verde), pero en ambos casos nuestra posición fue que el VIEJO UNIFORME es aquel que cada joven tiene la oportunidad de utilizar mientras participa en el GRAN JUEGO y que somos nosotros los adultos los que magnificamos su importancia y añoramos (a través de él) nuestras vivencias más hermosas (como dice la canción: Viejo Uniforme, cuanto tiempo ha pasado, cuantos recuerdos haces tú revivir♪      ). Pero no hace falta que nos extendamos más en este tema, basta con referirlos a lo que Gino Luongo compartió anteriormente en este Blog (Verde Tropical / por Luigi GINO Luongo – junio 2016).

Queremos precisar que El ESCULTISMO como cualquier movimiento que trabaje con personas, con sus valores y su espiritualidad, ha generado, cultivado y mantenido múltiples tradiciones desde el campamento de la Isla de Brownsea en 1907, y lo que es más importante: nos hemos servido de esas tradiciones para alcanzar los objetivos trazados. Y a nuestro entender eso en esencia no es malo, más aun lo hemos utilizado como parte esencial de la correcta aplicación del Método Scout. Sin embargo en este siglo han sido muchas las veces en que hemos confundido el fin con los medios, dándole más valor e importancia a esas tradiciones que al objetivo mismo del escultismo, y en este sentido - de manera personal -  consideramos que cualquier cambio de uniforme hacia atrás sera un retroceso que estará enmarcado en COMPLACER A LOS ADULTOS QUE LO UTILIZARON ANTES. Queremos pedir disculpas a todos los que se sientan agraviados por estas ideas, nunca sera nuestra intención hacerlo (los que nos conocen saben que nos gustan las diatribas) y además recuerden que nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, a ellos les recuerdo una frase atribuida a BP, la cual – aunque al parecer no figura en ninguno de los escritos documentados del fundador – fue registrada por Percy Siebold (del World Scout Bureau) y creemos que resume perfectamente bien sus ideales y anhelos más profundos sobre el Escultismo: «Primero tuve una idea. Luego vi un ideal. Ahora tenemos un Movimiento y si alguno de ustedes no tiene cuidado terminaremos con sólo una Organización», es decir que el Jefe nos previno de tener cuidado de no llevar este GRAN JUEGO a una simple organización. Por todo esto nos sumamos y retomamos al apremiante llamado de la semana pasada para que aquellos que tienen la responsabilidad de hacer llegar El Escultismo a los niños, jóvenes y adolescentes de cualquier pueblo o ciudad de Venezuela, lo hagan a la mayor brevedad posible, sin olvidar que los protagonistas de la historia siempre serán (y deben ser) esos niños, jóvenes y adolescentes.


Así, aunque nos hemos «auto-ubicado en la reserva», y «vemos los toros desde la barrera» reiteramos nuestra exhortación a escuchar y sumarse a la propuesta de Eulalia de realizar conversatorios, seminarios, conferencias, foros o afines sobre los fundamentos del escultismo, especialmente en los relativos a la pedagogía del mismo, y su adaptación a la sociedad en que nos toca vivir. Por cierto que ya ilustres venezolanos scouts lideraron y realizaron un trabajo sobre estos FUNDAMENTOS SCOUTS hace aproximadamente 40 años: La Declaración de El Palmar (que para muchos de nosotros represento el 1er estudio que conocimos sobre La Pedagogía de El Escultismo realizado luego de la muerte del fundador).  

Para ilustrar el tema de esta semana, compartimos con ustedes un relato incluido por el Jesuita Anthony de Mello en su magnífica Oración de la Rana, el cual ilustra perfectamente el riesgo de confundir los orígenes, tradiciones, uniformes, insignias, condecoraciones y medallas, con los objetivos, los valores y los fundamentos del movimiento. Este relato lo habíamos compartido en el Blog en marzo de 2016, pero al buscarlo para indicarles la trazabilidad, nos fue imposible ubicarlo, no sabemos si se debe a un error nuestro, a una “mano peluda” o a una iniciativa de nuestros seguidores, pero en todo caso aquí se los enviamos de nuevo:









Las Famosas Estaciones de Salvamento



En un determinado lugar de una accidentada costa, donde eran frecuentes los naufragios, había una pequeña y destartalada estación de salvamento que constaba de una simple cabaña y un humilde barco. Pero las pocas personas que la atendían lo hacían con verdadera dedicación, vigilando constantemente el mar internándose en él intrépidamente, sin preocuparse de su propia seguridad, si tenían la más ligera sospecha de que en alguna parte había un naufragio. De ese modo salvaron muchas vidas y se hizo famosa la estación.



Y a medida que crecía dicha fama, creció también el deseo, por parte de los habitantes de las cercanías, de que se les asociara a ellos con tan excelente labor. Para lo cual se mostraron generosos a la hora de ofrecer su tiempo y su dinero, de manera que se amplió la plantilla de socorristas, se compraron nuevos barcos y se adiestró a nuevas tripulaciones. También la cabaña fue sustituida por un confortable edificio capaz de satisfacer adecuadamente las necesidades de los que habían sido salvados del mar y, naturalmente, como los naufragios no se producen todos los días, se convirtió en un popular lugar de encuentro, en una especie de club local. Con el paso del tiempo, la vida social se hizo tan intensa que se perdió casi, todo el interés por el salvamento, aunque, eso sí, todo el mundo ostentaba orgullosamente las insignias con el lema de la estación. Pero, de hecho, cuando alguien era rescatado del mar, siempre podía detectarse el fastidio, porque los náufragos solían estar sucios y enfermos y ensuciaban la moqueta y los muebles.



Las actividades sociales del club pronto se hicieron tan numerosas, y las actividades de salvamento tan escasas, que en una reunión del club se produjo un enfrentamiento con algunos miembros que insistían en recuperar la finalidad y la actividad originarias. Se procedió a una votación, y aquellos alborotadores, que demostraron ser minoría, fueron invitados a abandonar el club y crear otro por su cuenta.



Y esto fue justamente lo que hicieron: crear otra estación en la misma costa, un poco más allá, en la que demostraron tal desinterés de sí mismos y tal valentía que se hicieron famosos por su heroísmo. Con lo cual creció el número de sus miembros, se reconstruyó la cabaña... y acabó apagándose su idealismo. Si, por casualidad, visita usted hoy aquella zona, se encontrará con una serie de clubes selectos a lo largo de la costa, cada uno de los cuales se siente orgulloso, y con razón, de sus orígenes y de su tradición. Todavía siguen produciéndose naufragios en la zona, pero a nadie parecen preocuparle demasiado.’







La Oración de la rana - Anthony de Mello.

Editorial Sal Terrae

Santander 1988



Publicado para: #MeLoContaronAlrededorDelFuego.com por

Pterodáctilo Ancestral

Marzo 2017

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