miércoles, 15 de marzo de 2017

Explíqueles Usted / dialogo en Bombay - Il "capo di tutti capi


Este es otro cuento que tenía mucho tiempo pendiente de escribir para mí. Entonces del mismo estilo que: Circo de sesenta segundos, ♪ Ni se Compra, Ni se Vende ♪♪ y « Amor en el Caño », comparto con Ustedes:






Explíqueles Usted

Leo Luca, el joven ingeniero milanés asumía su designación como Country Manager en la India, como si se tratara de Julio Cesar destinado a comandar las Legiones Romanas para conquistar La Galia o El Egipto de Cleopatra.

Sin embargo nada lo había preparado para lo que se consiguió al llegar a Bombay a inicios de los años 70’s del Siglo XX: hacían escazas dos décadas de cuando el ultimo Virrey había terminado su misión de transferir el gobierno e independencia de la India Británica dividiendo a la misma en las dos naciones actuales India y Pakistán, y hoy Bharat (la Constitución de la India y varios idiomas hablados en el país designan así a la nación de los Maharajás) continua aprendiendo a manejar su novel independencia intentando ser fiel al principio de la no violencia que había heredado del ya fallecido Mahatma Gandhi, e iniciando su difícil transitar para hacer convivir sus herencia cultural milenaria con la ansiada necesidad de modernizarse u asumir su rol de potencia mundial no alineada.




Entre las responsabilidades que incluían su nuevo rol, resaltaba una Vetusta Fábrica ubicada en un populoso barrio del viejo Bombay, la planta era arcaica y artesanal ya que, aprovechando el ínfimo costo de la mano de obra en La India en esos años, los ingenieros italianos la habían diseñado para hacer uso intensivo de la mano de obra y en consecuencia en la misma laboraban más de cuatro mil quinientos obreros, la mayoría de ellos con baja o nula educación formal.

A los pocos meses de su llegado, fue abordado por el Gerente de Producción y el Responsable de Recursos Humanos de la fábrica quienes le indicaron que desde hacía ya más de un año el sindicato de los obreros estaban intentando renegociar un aumento general de salarios, y que estaban amenazando con que de no conseguir resultado satisfactorio durante esa semana, a partir del siguiente lunes harían un paro general de todas las labores, al mejor estilo de la desobediencia pacífica y no violenta aplicado por Gandhi contra los Británicos.

En contraparte y al estilo patronal de la época, Leo Luca desestimo las amenazas y dio órdenes de suspender los pagos de cualquier personal que se uniera o apoyara la huelga:

-      ¡No aguantaran sin cobrar, ni mangiare!

Sentenció – incluyendo “sin querer” palabras en italiano - mientras salía de la oficina a jugar golf. Y ya desde afuera, como si de repente recordara algo pregunto:

-      ¿Cuánto ganan, y cuanto quieren esos stronzi de aumento?

Desde la oficina el burócrata de recursos humanos le contesto casi gritando:

-      Ahora ganan dos rupias al día y piden un cuarto de rupia más de aumento

-      Todo está vaina por un cuarto de rupia

Murmuró Leo Luca entre dientes mientras bajaba las escaleras para buscar el carro, en donde lo esperaba el chofer, y hablando con todos pero con nadie, grito:

-      Veremos la próxima semana: ¡No aguantaran sin cobrar, ni mangiare!

Pero el destino inexorablemente nos alcanza a todos, y de esa manera al deslumbrar del siguiente lunes todos los obreros amanecieron sentados en el patio central de la fábrica, entre cantando y recitando alguna “Saura Infinita” y totalmente incomprensible para aquellos gerentes italianos.  Al centro y al frente de aquella multitud resaltaba un viejo Yogui, en cuya cara descollaba una larga barba blanca, quien a la usanza de los gurús se envolvía en una extraña y raída “vestimenta”, por lo que cualquier profano podría confundirlo con un mendigo o indigente, pero a quien sus trabajadores lo identificaban con el mismo “Siddhartha”.

De esa manera comenzaron a correr los días de tira y encoje, en donde los ejecutivos italianos apostaban por que el hambre hiciera su trabajo, mientras que el “Faquir y sus ascetas” se mantenían sentados en el patio, recitando indescifrables Sauras. En silencio sin llamar la atención, las semanas sucedieron a los días, y cuando los clientes comenzaron a llamar entre preocupados e irritados para exigir sus despachos, los telegramas de las oficinas corporativas a la orilla del Lago de Como, llenaron el escritorio de nuestro joven Country Manager pidiendo explicaciones y exigiendo soluciones inmediatas. Por todo nuestro “MODERNO JULIO CESAR” resolvió asumir en primera persona, las negociaciones con aquel menesteroso sindicalista, de esa manera “mataba dos pájaros de un tiro”: aseguraba una solución rápida y satisfactoria para sus jefes y clientes, mientras le demostraba a sus legionarios la buena madera de la que estaba hecho su nuevo Commendatore.

Organizo una conferencia para la 1pm del día siguiente con su contraparte en la Sala de Conferencia de la fábrica. A las 4pm llego a la reunión y sin siquiera disculparse por el “imprevisto retraso”, se sentó en la cabecera de la larga y laborada mesa de ébano con incrustaciones de sándalo que llenaba la sala, el gurú que estaba sentado en el piso en una de las esquinas de la sala, se tomó unos pocos minutos para terminar el Saura que recitaba, se levantó le hizo un elaborado saludo (que Leo Luca interpreto como protocolario, pero cualquiera de nosotros hubiera considerado sarcástico) y luego se sentó al frente.

Leo Luca, ataco de inmediato:

-      Usted entenderá que no es posible, por los momentos, darles el aumento que están solicitando, el próximo año revisaremos y haremos los ajustes que se correspondan, pero en mitad del año, no tenemos ninguna posibilidad de asumir costos no presupuestados.

La respuesta de Yogui, fue en una voz pausada y acompasada, pero convenientemente entonada en perfecto inglés:

-      Desde hace ya muchos meses, le indicamos a la compañía que requeríamos este aumento para el inicio del presente año, Ustedes tuvieron toda la información y el tiempo para incluirla en sus presupuestos, no tenemos intención de esperar hasta el próximo Monzón, para hacer el ajuste necesario.

De esa manera comenzó, una larga negociación que pleno el resto de la tarde y toda la noche. Los comentarios de uno y otro se sucedían separados por largos silencios, en los cuales el rumor del lápiz de italiano haciendo cálculos sobre el blanco papel, se confundía con el murmullo de miles de voces que entraban por el enorme ventanal que daba al patio en el cual los obreros se mantenía en oración A pesar de la horas el sindicalista mantenía su imperturbable ecuanimidad y había sido incapaz de aumentar el volumen de su vos, de incluir una palabra disonante en sus comentarios o de quitar la sonrisa de su cara. El bisoño patrón por su parte había perdido parte de su ecuanimidad y superioridad, y ahora solo buscaba la manera de salir de ese “Laberinto de Minus” en el que se había internado sin contar con el hilo de Ariadna que le marcara el camino de salida.

Al alba, los rayos solares penetraron por el ventanal para alumbrar a los “negociadores”, la puerta principal se abrió para dejar entrar a un estirado mayordomo con una bandeja con pasteles, café y leche. El Gurú se levantó de su asiento, y ante el asombro del sirviente, tomo la bandeja de sus manos y la llevo hasta la mesa, en donde inicio a servir el café, mientras comentaba con su interlocutor:

-      ¿Cómo lo toma Usted ingeniero?

-      Negro, con un toque de crema, y una de azúcar – contesto el italiano relajándose

Sirvió el café según las instrucciones, y lo coloco al lado de la cabecera mientras preguntaba:

-      ¿Pasteles Leo Luca? – pregunto con tanta naturalidad que el italiano ni siquiera se dio cuenta de que era la primera vez que lo tuteaban

-      Si, gracias de carne por favor – contesto



El indio le sirvió el pastelito y le dijo:

-      Estoy viejo y cansado, no acostumbro a pasar la noche en vela, te propongo algo: Acordemos ahora la mitad de lo que te habíamos pedido, y el año que viene terminamos de ajustar los salarios.

Leo Luca, lo medito durante unos segundos y entendió que la propuesta que le ofrecían equivalía a una cuerda atada a un salvavidas que le permitiera salir del escoyo en el que se encontraba, sin pensarlo mucho se levantó, se paró frente al viejo y le dijo:

-      Buono, será un aumento de 1/8 de rupia diario, concedido

El yogui se dirigió a la ventana y le cometo:

-      Bien, informemos a los trabajadores.

El italiano arreglo sus ropas, alineo su corbata, se puso su traje, se encamino a la ventana y se para a la derecha del indio. Este se asomó a la ventana y se dirigió a los obreros en hindi, el italiano se mantenía inmóvil mientras intentaba entender algo de lo que se decía en aquel extraño idioma, cuando a los pocos segundos un grito de alegría que salía de miles de gargantas lleno: el patio, la sala y toda zona, los obreros como si de un solo ser se tratara comenzaron a festejar, saltando y cantando en la mayor demostración de algarabía que Leo Luca había vivido en su vida, el indio con una sonrisa sobrada que llenaba toda su cara reía y palmeaba a su nuevo amigo,  en un momento le levanto mano derecha como si de un campeón de box se tratara y el italiano se sentía como el recién elegido JUAN XXIII en el balcón de la Plaza de San Pedro en Roma, y a los pocos minutos ya completamente contagiado del ambiente hizo la V de la victoria con los dedos de ambas manos e inmediatamente abrazo efusivamente a su nuevo amigo  y a través de él a todos los obreros que colmaban el patio, lo que avivo nuevamente el ánimo de aquellos que no dejaban de cantar y gritar. Aún estaban abrazados cuando el viejo le susurró al oído, ahora dejándolo de tutear:

-      Están muy eufóricos, porque les dije que Usted les había concedido una rupia completa de aumento para cada uno a partir de hoy. Discúlpeme Señor la equivocación,  y explíqueles Usted… …




Pterodáctilo Ancestral
Caracas, 15 de marzo 2017


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