Este
es otro cuento que tenía mucho tiempo pendiente de escribir para mí. Entonces del
mismo estilo que: Circo de sesenta
segundos, ♪♫ ♫♪ Ni se
Compra, Ni se Vende ♫♪♪♫ y «
Amor en el Caño »,
comparto con Ustedes:
Leo Luca, el joven ingeniero milanés
asumía su designación como Country Manager en la India, como si se tratara de Julio
Cesar destinado a comandar las Legiones Romanas para conquistar La Galia o El Egipto
de Cleopatra.
Sin embargo nada lo había
preparado para lo que se consiguió al llegar a Bombay a inicios de los años 70’s
del Siglo XX: hacían escazas dos décadas de cuando el ultimo Virrey había
terminado su misión de transferir el gobierno e independencia de la India Británica
dividiendo a la misma en las dos naciones actuales India y Pakistán, y hoy
Bharat (la Constitución de la India y varios idiomas hablados en el país
designan así a la nación de los Maharajás) continua aprendiendo a manejar su
novel independencia intentando ser fiel al principio de la no violencia que
había heredado del ya fallecido Mahatma Gandhi, e iniciando su difícil transitar
para hacer convivir sus herencia cultural milenaria con la ansiada necesidad de
modernizarse u asumir su rol de potencia mundial no alineada.
Entre las responsabilidades que
incluían su nuevo rol, resaltaba una Vetusta Fábrica ubicada en un populoso barrio
del viejo Bombay, la planta era arcaica y artesanal ya que, aprovechando el
ínfimo costo de la mano de obra en La India en esos años, los ingenieros italianos
la habían diseñado para hacer uso intensivo de la mano de obra y en
consecuencia en la misma laboraban más de cuatro mil quinientos obreros, la
mayoría de ellos con baja o nula educación formal.
A los pocos meses de su llegado,
fue abordado por el Gerente de Producción y el Responsable de Recursos Humanos
de la fábrica quienes le indicaron que desde hacía ya más de un año el
sindicato de los obreros estaban intentando renegociar un aumento general de
salarios, y que estaban amenazando con que de no conseguir resultado
satisfactorio durante esa semana, a partir del siguiente lunes harían un paro
general de todas las labores, al mejor estilo de la desobediencia pacífica y no
violenta aplicado por Gandhi contra los Británicos.
En contraparte y al estilo
patronal de la época, Leo Luca desestimo las amenazas y dio órdenes de
suspender los pagos de cualquier personal que se uniera o apoyara la huelga:
- ¡No
aguantaran sin cobrar, ni mangiare!
Sentenció – incluyendo “sin querer” palabras en italiano - mientras salía de
la oficina a jugar golf. Y ya desde afuera, como si de repente recordara algo
pregunto:
- ¿Cuánto
ganan, y cuanto quieren esos stronzi de aumento?
Desde la oficina el burócrata de
recursos humanos le contesto casi gritando:
- Ahora
ganan dos rupias al día y piden un cuarto de rupia más de aumento
- Todo está
vaina por un cuarto de rupia
Murmuró Leo Luca entre dientes
mientras bajaba las escaleras para buscar el carro, en donde lo esperaba el
chofer, y hablando con todos pero con nadie, grito:
- Veremos
la próxima semana: ¡No aguantaran sin cobrar, ni mangiare!
Pero el destino inexorablemente
nos alcanza a todos, y de esa manera al deslumbrar del siguiente lunes todos
los obreros amanecieron sentados en el patio central de la fábrica, entre cantando
y recitando alguna “Saura Infinita” y totalmente incomprensible para aquellos
gerentes italianos. Al centro y al
frente de aquella multitud resaltaba un viejo Yogui, en cuya cara descollaba
una larga barba blanca, quien a la usanza de los gurús se envolvía en una
extraña y raída “vestimenta”, por lo que cualquier profano podría confundirlo
con un mendigo o indigente, pero a quien sus trabajadores lo identificaban con
el mismo “Siddhartha”.
De esa manera comenzaron a correr
los días de tira y encoje, en donde los ejecutivos italianos apostaban por que
el hambre hiciera su trabajo, mientras que el “Faquir y sus ascetas” se
mantenían sentados en el patio, recitando indescifrables Sauras. En silencio
sin llamar la atención, las semanas sucedieron a los días, y cuando los
clientes comenzaron a llamar entre preocupados e irritados para exigir sus
despachos, los telegramas de las oficinas corporativas a la orilla del Lago
de Como, llenaron el escritorio de nuestro joven Country Manager
pidiendo explicaciones y exigiendo soluciones inmediatas. Por todo nuestro “MODERNO
JULIO CESAR” resolvió asumir en primera persona, las negociaciones con
aquel menesteroso sindicalista, de esa manera “mataba dos pájaros de un tiro”:
aseguraba una solución rápida y satisfactoria para sus jefes y clientes,
mientras le demostraba a sus legionarios la buena madera de la que estaba hecho
su nuevo Commendatore.
Organizo una
conferencia para la 1pm del día siguiente con su contraparte en la Sala de
Conferencia de la fábrica. A las 4pm llego a la reunión y sin siquiera
disculparse por el “imprevisto retraso”, se sentó en la cabecera de la larga y
laborada mesa de ébano con incrustaciones de sándalo que llenaba la sala, el
gurú que estaba sentado en el piso en una de las esquinas de la sala, se tomó
unos pocos minutos para terminar el Saura que recitaba, se levantó le hizo un
elaborado saludo (que Leo Luca interpreto como protocolario, pero cualquiera de
nosotros hubiera considerado sarcástico) y luego se sentó al frente.
Leo Luca, ataco de inmediato:
- Usted
entenderá que no es posible, por los momentos, darles el aumento que están
solicitando, el próximo año revisaremos y haremos los ajustes que se
correspondan, pero en mitad del año, no tenemos ninguna posibilidad de asumir
costos no presupuestados.
La respuesta de Yogui, fue en una
voz pausada y acompasada, pero convenientemente entonada en perfecto inglés:
- Desde
hace ya muchos meses, le indicamos a la compañía que requeríamos este aumento
para el inicio del presente año, Ustedes tuvieron toda la información y el
tiempo para incluirla en sus presupuestos, no tenemos intención de esperar
hasta el próximo Monzón, para hacer el ajuste necesario.
De esa manera comenzó, una larga
negociación que pleno el resto de la tarde y toda la noche. Los comentarios de
uno y otro se sucedían separados por largos silencios, en los cuales el rumor
del lápiz de italiano haciendo cálculos sobre el blanco papel, se confundía con
el murmullo de miles de voces que entraban por el enorme ventanal que daba al
patio en el cual los obreros se mantenía en oración A pesar de la horas el
sindicalista mantenía su imperturbable ecuanimidad y había sido incapaz de aumentar
el volumen de su vos, de incluir una palabra disonante en sus comentarios o de
quitar la sonrisa de su cara. El bisoño patrón por su parte había perdido parte
de su ecuanimidad y superioridad, y ahora solo buscaba la manera de salir de
ese “Laberinto
de Minus” en el que se había internado sin contar con el hilo de Ariadna
que le marcara el camino de salida.
Al alba, los rayos solares penetraron
por el ventanal para alumbrar a los “negociadores”, la puerta principal
se abrió para dejar entrar a un estirado mayordomo con una bandeja con
pasteles, café y leche. El Gurú se levantó de su asiento, y ante el asombro del
sirviente, tomo la bandeja de sus manos y la llevo hasta la mesa, en donde
inicio a servir el café, mientras comentaba con su interlocutor:
- ¿Cómo lo
toma Usted ingeniero?
- Negro,
con un toque de crema, y una de azúcar – contesto el italiano relajándose
Sirvió el café según las instrucciones,
y lo coloco al lado de la cabecera mientras preguntaba:
- ¿Pasteles
Leo Luca? – pregunto con tanta naturalidad que el italiano ni siquiera se dio
cuenta de que era la primera vez que lo tuteaban
- Si,
gracias de carne por favor – contesto
El indio le sirvió el pastelito y
le dijo:
- Estoy
viejo y cansado, no acostumbro a pasar la noche en vela, te propongo algo:
Acordemos ahora la mitad de lo que te habíamos pedido, y el año que viene
terminamos de ajustar los salarios.
Leo Luca, lo medito durante unos
segundos y entendió que la propuesta que le ofrecían equivalía a una cuerda
atada a un salvavidas que le permitiera salir del escoyo en el que se
encontraba, sin pensarlo mucho se levantó, se paró frente al viejo y le dijo:
- Buono, será un
aumento de 1/8 de rupia diario, concedido
El yogui se dirigió a la ventana
y le cometo:
- Bien,
informemos a los trabajadores.
El italiano arreglo sus ropas,
alineo su corbata, se puso su traje, se encamino a la ventana y se para a la
derecha del indio. Este se asomó a la ventana y se dirigió a los obreros en
hindi, el italiano se mantenía inmóvil mientras intentaba entender algo de lo
que se decía en aquel extraño idioma, cuando a los pocos segundos un grito de
alegría que salía de miles de gargantas lleno: el patio, la sala y toda zona,
los obreros como si de un solo ser se tratara comenzaron a festejar, saltando y
cantando en la mayor demostración de algarabía que Leo Luca había vivido en su
vida, el indio con una sonrisa sobrada que llenaba toda su cara reía y palmeaba
a su nuevo amigo, en un momento le
levanto mano derecha como si de un campeón de box se tratara y el italiano se
sentía como el recién elegido JUAN XXIII en el balcón de la Plaza de San Pedro
en Roma, y a los pocos minutos ya completamente contagiado del ambiente hizo la
V de la victoria con los dedos de ambas manos e inmediatamente abrazo
efusivamente a su nuevo amigo y a través
de él a todos los obreros que colmaban el patio, lo que avivo nuevamente el
ánimo de aquellos que no dejaban de cantar y gritar. Aún estaban abrazados
cuando el viejo le susurró al oído, ahora dejándolo de tutear:
- Están muy
eufóricos, porque les dije que Usted les había concedido una rupia completa
de aumento para cada uno a partir de hoy. Discúlpeme Señor la equivocación, y explíqueles Usted… …
Pterodáctilo
Ancestral
Caracas,
15 de marzo 2017
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