Como secuela de la publicación del pasado 11 de mayo (Los Halcones en La Forja de Vulcano), hace unos días me llamo GINO,
para entregarme una crónica escrita por él en consecuencia del cambio del
uniforme azul a verde en la ASV (este segundo cambio de nuestra vestimenta se realizó
en 1997, sin embargo el autor no me pudo precisar la fecha del escrito, aunque
si recuerda que nunca lo publicó por lo que hoy lo compartimos como un escrito totalmente inédito).
Para mí - que siempre he considerado que para cada de nosotros “el
viejo uniforme” es simplemente aquel que nos tocó utilizar - el tema nunca
fue atractivo y confieso que lo fui a buscar con cierto escepticismo y
principalmente motivado a tener la oportunidad de abrazar a un amigo.
Sin
embargo GINO nuevamente me sorprende, dándole la vuelta y llevándonos a una
arista que algunos de nosotros no habíamos percibido ni considerado jamás. Con
su peculiar estilo de <<PICO DE ORO>>, divaga hasta que nos amarra
a su relato, para luego hacernos aterrizar en donde él tenía previsto desde
antes. De una manera muy agradable, Gino se regodea pelando todo aquello que podemos considerar la "concha de la mandarina", para descubrir el "jugoso fruto", al presentarnos lo que para él es fondo de asunto, que en este caso encarnan los valores mismo del movimiento scout.
Por razones obvias, el escrito no lleva correcciones ni ediciones de
parte nuestra y lo compartimos tal y como lo recibimos del autor.
sumamente
horados y
complacidos de poder
compartir esta crónica de
un amigo que
admiramos,
y ademas porque
sentimos que de
sentimos que de
alguna manera, esto es
<<ponerle los
“pantalones largos” a
#MeLoContaronAlrededorDelFuego>>,
entonces para todos Ustedes... ...
entonces para todos Ustedes... ...
Verde Tropical
por Luigi GINO Luongo
Caracas - 1997
En el
curso de los últimos treinta años (que son los que yo recuerdo) hemos soportado
el trauma de dos cambios de uniforme, eso quiere decir que me encuentro entre
aquellos que se acuerdan del primero entre ellos: el kaki, pantalón corto,
camisa y sombrero del mismo color y medias beige con trenzillas verdes. En
algún momento alguien decidió que ese uniforme era demasiado caro o demasiado
extravagante y lo cambiaron. El color kaki desapareció y en su lugar vino uno
azul en dos tonos, oscuro abajo y claro para la camisa. El famoso sombrero
redondo de fieltro con los cuatro golpes que nos hacía sentir colonialistas fue
cambiado por una proletaria cachucha azul. Veinte años después, otro cambio.
Todo eso desaparece para darle paso a una chillona y tropical camisa verde.
Los Scouts hemos ido a contracorriente con un tino muy especial. Hace treinta años los únicos que se atrevían a utilizar los pantalones cortos éramos los jugadores de fútbol y nosotros. El salir un sábado en la tarde, uniformado, con pantalones cortos, trenzillas y medias hasta las rodillas en San Agustín, el Valle ó Catia era una provocación que siempre surtía efecto. Nuestra ventaja era que formaba parte del conjunto el único adminículo verdaderamente útil, el bordón. Tenía un efecto disuasivo en principio y contundentemente represivo al fallar lo primero.
Con el
tiempo la gente dejó de fastidiarnos ya que empezó a ponerse de moda ir en
pantalones cortos hasta convertirse en algo normal y nosotros los Scouts en
cambio... los fuimos alargando. A pesar de eso cuando alguien piensa en
nosotros siempre piensa en un idiota con los pantalones cortos y no en un
idiota con los pantalones largos. Hemos entrado en la cultura con las rodillas
al aire y jamás se darán cuenta que ahora, al menos nosotros, nos las tapamos.
Esto me permite otro paréntesis al paréntesis anterior.
¿Se han
fijado en lo limitado que son los chistes sobre los Scouts? Son siempre los
mismos y siempre gafos. Definitivamente los creativos somos nosotros, esto hace
que estamos obligados a proponer un concurso entre nosotros para hacer mejores chistes
sobre nosotros mismos (perdonen tanto nosotros) sino estaremos condenados ad
aeternam a oír aquello de “un conjunto de niños vestidos como...” y eso es
demasiado para cualquiera.
Voy a
cerrar el último paréntesis y ya que estoy en eso voy a cerrar el otro también. Yo creo
que en general los Scouts somos gente tradicionalista. Esto implica un cierto
apego al pasado. Un ejemplo de eso es que estamos chingos por reunirnos con
alguien que fue de nuestra patrulla para recordar y revivir esa experiencia.
Basta que
se reúnan dos tipos mayores de veinticinco años , para que comiencen a recordar
las vicisitudes pasadas y cuando llegan a los treinta se reunen para recordar
cuando se reunieron a los veinticinco para recordar cuando se reunieron a los
diecisiete cuando se reunieron para recordar cuando estaban en la patrulla
halcones en el juego amplio en que les ganamos a la oso. Y así hasta el
infinito.
Cada vez
que hablamos del uniforma kaki se nos aguan los ojos al recordar nuestro
sombrero redondo con los cuatro golpes, y olvidamos que cada vez que el Jefe de
tropa se descuidaba le quitábamos los cuatro golpes , los convertíamos en dos
laterales, le levantábamos las alas al sombrero y lo convertíamos en lo que sí
nos gustaba de verdad verdad: un sombrero vaquero como el de John Wayne .
Siempre estuvimos más cerca de los vaqueros que de la policía montada
canadiense. Efectos de la televisión, sin duda alguna. Que siempre nos mostró a
un sargento Prescott desabrido.
Ese uniforme,
un buen día desapareció y nos lo cambiaron por el azul. El kaki era demasiado
caro y demasiado militar y había que desmilitarizar la imagen y abaratar el
paquete. Y así se hizo. Y todos saben lo que ocurrió después. Bastó que
nosotros empezáramos a salir a la calle con pantalones azul oscuro y camisa
azul clara que todos los cuerpos de vigilantes privados de Venezuela escogieran
los mismos colores para sus uniformes y oprobio final, hasta los agentes de la
Policía Municipal de Caracas. (Y los grandísimos desgraciados también tenían el
sombrero que sí nos gusta).
Entonces,
otro cambio, vamos a la camisa verde. El mismo día en que nosotros decidimos
utilizar ese color ya que los demás estaban copados en los “cuarentaycincomil” cuerpos
de policía municipales del País, los barrenderos de Fospuca tienen la misma
idea. ¿Traición, coincidencia, mala suerte, el mismo diseñador? Vaya usted a
saberlo.
Así que
ahora no nos parecemos a los militares, no nos parecemos a los vigilantes
privados y a la policía municipal, ahora nos parecemos a los barrenderos.
Pero,
vamos a ver el asunto un poco más de cerca. ¿En verdad queremos parecernos a
los militares? Yo creo que en principio
ya están todos los que se necesitan. Además están demasiado cerca de las armas
y eso a la larga no resulta muy saludable ni para ellos ni para los que están
cerca de ellos. Así que mejor no nos parezcamos demasiado.
Por otro
lado, los vigilantes privados. Es muy parecido a lo anterior, en el sentido que
son gente que nos tendrían que proteger y de repente, lo vemos en los
periódicos, se convierten en agresores ó, en el mejor de los casos, se les
escapa un tiro.
En cambio
nunca hemos oído que los obreros de Fospuca hayan intentado saltar jamás
ninguna talanquera, no hacen ruido de sables ni se les ha escapado ningún tiro
de ninguna arma de reglamento porque en principio una robusta escoba no es un
arma demasiado peligrosa. (Ni siquiera en las manos de mi mamá que le tenía una
guerra declarada a las cucarachas ó cuando se cansaba de arriar cuatro
muchachos revoltosos y perdía la paciencia. Les puedo asegurar que no fue
demasiado traumático, ni para las cucarachas ni para nosotros).
Si es
nuestro destino parecernos a alguien, si no podemos ser absolutamente
originales, entre parecernos a los militares, a los vigilantes privados ó a los
policías yo prefiero parecerme a un honesto trabajador que se gana la vida
limpiando lo que los demás ensucian.
Sospecho
que en este contexto, a B.P. no le hubiera disgustado.
Gino Luongo
Caracas 1997
compartida por
Pterodáctilo Ancestral
Como los barrenderos, dejando el mundo mejor de como lo encontraron.
ResponderEliminarComo siempre Gino, Luigi y sus palabras, hermano de siempre, si yo también por esos cambios, y aun estoy tratando de recoger la basura que dejan otros, no para desecharla, sino para poder aprovechar y reciclar, por aquello de dejar el mundo mejor de lo que lo encontramos, si no limpio, por lo menos recogido....
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