miércoles, 15 de junio de 2016

Sobre buques e hijos / a propósito del día del Padre 2016

Buque Escuela Simón Bolívar - Armada Venezolana 


Este relato me lo envió mi hermano Andrés el 14 de abril del 2016, y me pareció perfecto para incluirlo en este blog y compartirlo con Ustedes, y lo hacemos justamente en esta semana que en Venezuela conmemoramos el Día del Padre.

El relato nos ofrece una arista adicional y un recordatorio para los adultos scouts: ««el fin del movimiento es coadyuvar con el autodesarrollo de los jóvenes para que estos puedan REMAR SUS PROPIAS CANOAS, y porque no NAVEGAR SUS PROPIOS BUQUES, dejémoslos zarpar»»

Busque el autor en Internet, y aunque ubique el relato publicado innumerables veces y por diferentes personas, me fue imposible precisar el autor, por eso – sea quien sea – se los comparto con su permiso, y dedicándoselo a mis queridos Padres, que si algo supieron bien, fue dejarnos navegar. Las Fotos son del Buque Escuela Simón Bolívar de la Armada Venezolana, orgullo de toda Venezuela.


Caracas, junio 2016


LOS HIJOS SON
COMO LOS BUQUES

Al mirar un buque en el puerto, imaginamos que está en el lugar más seguro, protegido por un fuerte amarre. Sin embargo, sabemos que está allí preparándose, abasteciéndose, y alistándose para zarpar, cumpliendo con el destino para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos.



Buque Escuela Simón Bolívar - Armada Venezolana
Dejando su estela, y dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve, tendrá que desviar la ruta, trazar otros rumbos y buscar otros puertos. Pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido, enriquecido por las diferentes culturas recorridas y habrá mucha gente esperando feliz en el puerto para celebrar sus millas navegadas.


Así son los HIJOS, tienen sus PADRES como puerto seguro, hasta que se tornan independientes. Por más seguridad, protección y manutención que puedan sentir junto a sus padres, los hijos nacieron para surcar los mares de la vida, correr sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras. Cierto es que llevan consigo los ejemplos adquiridos, los conocimientos obtenidos, pero lo más importante que llevan en el interior de cada uno, en el timón de su corazón, es la incansable búsqueda de la felicidad.


El lugar más seguro para el buque, es el puerto. Pero el buque no fue construido para permanecer allí. Los padres piensan que son el puerto seguro de sus hijos, pero no pueden olvidarse que deben prepararlos para navegar mar adentro y encontrar su propio lugar donde se sientan seguros, con la certeza de que deberán ser en otro tiempo, un puerto seguro para otros seres (nuestros nietos).




Buque Escuela Simón Bolívar - Armada Venezolana
No podemos trazar la ruta de nuestros hijos, lo que si podemos es ayudarlos a que lleven un buen equipaje lleno de valores como humildad, solidaridad, honestidad, disciplina, gratitud y generosidad. Podemos desear su felicidad, pero no ser felices por ellos. No podemos seguir su travesía, ni ellos descansar en nuestros logros. Los hijos deben hacerse a la mar desde el puerto donde sus padres llegaron y como los buques, partir en busca de sus propias conquistas y aventuras. Con la preparación suficiente para navegar un largo viaje llamado vida,  impartido por quienes tuvieron la certeza de que solo quien ama, educa…


Cuán difícil es soltar las amarras y dejar zarpar el buque!


Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre a sus hijos, es la autonomía.


¡ ¡ ¡ Hijos, buen viento y buena mar ! ! !




Compartido por:

Pterodáctilo Ancestral
junio 2016



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