CON EL
TIEMPO APRENDÍ QUE ESTO ADEMÁS DE SER MOLESTO Y EMBARAZOSO, ES UNA INMENSA CONTRADICCIÓN Y CONTRARIEDAD PARA LOS QUE PRETENDEMOS TRABAJAR Y FIJARNOS METAS BASADAS EN VALORES Y EN LA FORMACIÓN
DE JÓVENES E INSTITUCIONES EDUCATIVAS COMO LOS SCOUTS. Y ES QUE LA FORMACIÓN
INTEGRAL DEL JOVEN A LA QUE ASPIRAMOS EN NUESTRA INSTITUCIÓN, NO DURA UN PAR DE
MESES O UN AÑO ESCOLAR. DURA: NUMEROSOS ACANTONAMIENTOS, MUCHAS EXCURSIONES,
NUMEROSÍSIMOS CAMPAMENTOS, INNUMERABLES SERVICIOS, CUALQUIER CANTIDAD DE CONVERSACIONES,
INCONTABLES CANCIONES, INCALCULABLES PEREGRINAJES Y TODOS LOS EJEMPLOS POSIBLES,
PARA COADYUVAR A QUE ESE NIÑO PIETIERNO QUE LLEGA A UNA MANADA SE TRANSFORME EN
UN CIUDADANO CAPAZ DE REMAR SU PROPIA CANOA Y SER AGENTE DE CAMBIO DE SU
COMUNIDAD.
DE MANERA SIMILAR AQUELLOS
QUE TENEMOS RESPONSABILIDADES INSTITUCIONALES HARÍAMOS BUEN USO DE ESA
PACIENCIA - QUE A MI ME FALTA - EN LAS TAREAS Y TRABAJOS QUE REALIZAMOS EN PRO DE
LA CONQUISTA DE LOS OBJETIVOS DEL ESCULTISMO.
A PESAR DE
TODO AUN TENGO MUCHA FE, ESPERANZA Y ALGO DE PACIENCIA PARA ASPIRAR A QUE ESAS
SEMILLAS QUE SEMBRAMOS, REGAMOS Y CUIDAMOS CON PERSEVERANCIA Y COHERENCIA, GERMINEN
A LOS “SIETE AÑOS” Y COADYUVEN A ESTABLECER UN MOVIMIENTO BASADO EN LOS VALORES
REQUERIDOS PARA FORMAR A LOS LIDERES QUE LA VENEZUELA QUE SOÑAMOS PARA NUESTROS
NIETOS NECESITA.
LES
COMPARTO EL "BAMBÚ JAPONÉS" UN CUENTO ZEN QUE ME LLEGO HACE MUCHO, MUCHÍSIMO TIEMPO,
AHORA NO RECUERDO NI COMO NI CUANDO, PERO QUE RESUME BIEN ESTA ESPERANZA,
LÉANLO CON PACIENCIA. SE LO DEDICO A LOS DELEGADOS A LA ASAMBLEA SCOUT DE MÉRIDA,
DE ESTE FIN DE SEMANA, DIOS LOS ILUMINE Y LES DE PACIENCIA.
EL BAMBÚ
JAPONÉS
No
hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena
semilla, buen abono y riego constante.
También es
obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla
sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus
fuerzas: ¡Crece, maldita seas!
Hay algo
muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para
impacientes:
Siembras la
semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros
meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla
durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto
estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante
el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece
¡mas de 30 metros!
¿Tardó sólo
seis semanas en crecer?
No, la
verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los
primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un
complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a
tener después de siete años.
Sin
embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones
rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente
resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la
misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo,
abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es
tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que
optan por una actitud perseverante y coherente y saben esperar el momento
adecuado.
De igual
manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones
en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente
frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de
maduración del bambú japonés y aceptar que en tanto no bajemos los brazos ni
abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, si está
sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.
Quienes no
se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el
temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo
no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige
aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige
cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Tiempo...
Como nos
cuestan las esperas…
Que poco
ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...
Apuramos a
nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi, nosotros mismos
hacemos las cosas apurados, no se sabe bien porqué…
Perdemos la
fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos
nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del
estrés...
¿Para qué?
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la
espera, la aceptación. Gobernar aquella toxina llamada impaciencia; la misma
que nos envenena el alma. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...
QUIZÁ SÓLO
ESTÉS ECHANDO RAÍCES...
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