miércoles, 9 de marzo de 2016

El Bambú Japonés

SIEMPRE HE MANTENIDO QUE EL DÍA EN QUE EN EL CIELO REPARTIERON LA PACIENCIA, YO ESTABA EN OTRA COLA Y POR LO TANTO NO ME TOCO NI UNA MINGUITA. ESO PORQUE ME CUESTA MUCHO ESPERAR QUE LAS METAS Y PROGRAMAS SE CUMPLAN, Y SIEMPRE ESTOY PROCURANDO SOLUCIONES RÁPIDAS Y TRIUNFOS APRESURADOS.

CON EL TIEMPO APRENDÍ QUE ESTO ADEMÁS DE SER MOLESTO Y EMBARAZOSO, ES UNA INMENSA CONTRADICCIÓN Y CONTRARIEDAD PARA LOS QUE PRETENDEMOS TRABAJAR Y FIJARNOS METAS BASADAS EN VALORES Y EN LA FORMACIÓN DE JÓVENES E INSTITUCIONES EDUCATIVAS COMO LOS SCOUTS. Y ES QUE LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL JOVEN A LA QUE ASPIRAMOS EN NUESTRA INSTITUCIÓN, NO DURA UN PAR DE MESES O UN AÑO ESCOLAR. DURA: NUMEROSOS ACANTONAMIENTOS, MUCHAS EXCURSIONES, NUMEROSÍSIMOS CAMPAMENTOS, INNUMERABLES SERVICIOS, CUALQUIER CANTIDAD DE CONVERSACIONES, INCONTABLES CANCIONES, INCALCULABLES PEREGRINAJES Y TODOS LOS EJEMPLOS POSIBLES, PARA COADYUVAR A QUE ESE NIÑO PIETIERNO QUE LLEGA A UNA MANADA SE TRANSFORME EN UN CIUDADANO CAPAZ DE REMAR SU PROPIA CANOA Y SER AGENTE DE CAMBIO DE SU COMUNIDAD.

DE MANERA SIMILAR AQUELLOS QUE TENEMOS RESPONSABILIDADES INSTITUCIONALES HARÍAMOS BUEN USO DE ESA PACIENCIA - QUE A MI ME FALTA - EN LAS TAREAS Y TRABAJOS QUE REALIZAMOS EN PRO DE LA CONQUISTA DE LOS OBJETIVOS DEL ESCULTISMO.

A PESAR DE TODO AUN TENGO MUCHA FE, ESPERANZA Y ALGO DE PACIENCIA PARA ASPIRAR A QUE ESAS SEMILLAS QUE SEMBRAMOS, REGAMOS Y CUIDAMOS CON PERSEVERANCIA Y COHERENCIA, GERMINEN A LOS “SIETE AÑOS” Y COADYUVEN A ESTABLECER UN MOVIMIENTO BASADO EN LOS VALORES REQUERIDOS PARA FORMAR A LOS LIDERES QUE LA VENEZUELA QUE SOÑAMOS PARA NUESTROS NIETOS NECESITA.

LES COMPARTO EL "BAMBÚ JAPONÉS" UN CUENTO ZEN QUE ME LLEGO HACE MUCHO, MUCHÍSIMO TIEMPO, AHORA NO RECUERDO NI COMO NI CUANDO, PERO QUE RESUME BIEN ESTA ESPERANZA, LÉANLO CON PACIENCIA. SE LO DEDICO A LOS DELEGADOS A LA ASAMBLEA SCOUT DE MÉRIDA, DE ESTE FIN DE SEMANA, DIOS LOS ILUMINE Y LES DE PACIENCIA.


EL BAMBÚ JAPONÉS

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes:

Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros!

¿Tardó sólo seis semanas en crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que optan por una actitud perseverante y coherente y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que en tanto no bajemos los brazos ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, si está sucediendo algo dentro de nosotros: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo...
Como nos cuestan las esperas…
Que poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...
Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi, nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien porqué…
Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés...

¿Para qué?

Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación. Gobernar aquella toxina llamada impaciencia; la misma que nos envenena el alma. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...


QUIZÁ SÓLO ESTÉS ECHANDO RAÍCES... 

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