miércoles, 18 de mayo de 2016

♪♫ ♫♪ Ni se Compra, Ni se Vende ♫♪♪♫




NOTA DEL AUTOR: Los protagonistas, personajes y hechos incluidos en este relato son completamente ficticios. La utilización de personas e instituciones verdaderas o hechos reales se realizó solo con fines de enmarcar a nuestros personajes en un tiempo y espacio determinado. Cualquier otro parecido con la realidad es pura y simple coincidencia
Caracas, mayo 2016




NI SE COMPRA NI SE VENDE: Pasodoble compuesto en 1960, por Genaro Monreal Lacosta, más conocido como "El Maestro Monreal". La Billo’s Caracas Boys la grabo en 1967 en la voz de Memo Morales.














♫  Ni se Compra, Ni se Vende 

Cuando la bella Estefanía estaba por cumplir sus 15 primaveras, su abuelo decidió hacerle una fiesta «como las de antes», y es que el Sr. Pérez era un caraqueño de cuando a ningún venezolano se le negaba «el título de abogado, ni el carnet de Acción Democrática». Aunque siempre adeco, nunca había ejercido cargos públicos y había hecho su fortuna cuando la Gran Venezuela de CAP-I: con mucho esfuerzo y su fábrica de estructuras metálicas, con la que logro exportar a los Países de Pacto Andino y el Pacto de San José. Ya tenía 45 años casado con María Eugenia – en el club a ella, sus amigas le decían Mariu - y aunque la pareja seguía convencida de que «con los adecos se vive mejor», continuaban considerándose miembros de los «amos del valle».

El «Negro Pérez» como lo llamaban en el partido, manejaba su familia del mismo modo autocrático y dictatorial con que lo hacía con su empresa, por lo que cuando su hija menor se divorció: la puso a vivir en un PH de La Castellana – a pocos minutos de su casa del Country, para que “Mariu vigilara a la niña” – y se hizo cargo tanto de ella, como de su nieta Estefanía – a ese carajo no me le pidan nada, que pa’ eso estoy yo - ambas vivían a todo lujo y a la nieta la puso a estudiar en Los Campitos, uno de los colegios para señoritas más exclusivos y con más abolengo de Caracas. Por eso cuando el «Negro Pérez» decidió que harían una fiesta «como las de antes» para su única nieta hembra, las tres mujeres simplemente se dedicaron a: «relajarse y disfrutarlo».

Lucia Ferreira estudia con Estefanía en Los Campitos, y al igual que todas las otras alumnas del 3er año se emocionó cuando se enteró de la fiesta que estaba programando su amiga. Ella había cumplido sus quince años hacía pocos meses, pero prefirió el viaje a Paris, Madrid y Madeira a la fiesta. Sin embargo una fiesta de esta categoría no era para dejarla pasar, por lo decidió que esa misma noche convencería a sus padres (especialmente a su papaíto querido), de que le regalaran el vestido “adecuado” para la ocasión: «Ella tenía que ser la más bella de aquella fiesta».

A partir de allí todo se aceleró, las tres mujeres contrataron: el Salón Plaza Real del Eurobuilding, la orquesta «Tártara», al DJ «Victor Porfidio», a «Las Sardinas de Naiguatá» para la hora loca, al Bartender estrella de la Hacienda Santa Teresa para los tragos y a «Chino & Nacho» como una sorpresa para la cumpleañera para después de la una, por su parte el «Negro Pérez» decidió darse varios gustos, entre los que resaltaban: se trajo quince cajas de «El Viejo Parra» de Margarita, unos quesos holandeses de Aruba y sobre todo contrato a la «Billo’s Caracas Boys» para que él y sus amigos pudieran bailar. Esto último como era de esperar genero un gran rechazo en Estefanía, quien era fielmente apoyada por su madre la cual ironizaba: «ni que fuera una fiesta “retro”, si mi papá quiere también contratamos a la BETELGEUSE y la SANDY LANE», pera finalmente fue la abuela Mariu quien las convenció: «dejen que el abuelo lo disfrute, al final solo van a alternar con los que tu elegiste, recuerda que la fiesta fue su idea y él quiere bailar con sus amigos, y ultimadamente es él es quien va a pagar ese bonche», y de esa manera llegamos al día de la fiesta.

Y llego el sábado de la fiesta. A las 11:30 se montaron y como en tiempos mejores, la Billo’s abrió su set con uno de sus pasodobles:



Me ofrecen correr el mundo entero
de amores y dinero
y me brindan un caudal

A cambio me piden el velero
con más gracia y salero
que cruza por la mar

Y es la quilla azul esmeralda
y es la vela de blanco marfil

Mi velero jamás tendrá precio
por eso a la gente le digo yo así:

Ni se compra ni se vende:
el cariño verdadero
ni se compra ni se vende

No hay en el mundo dinero
para comprar los quereres

Que el cariño verdadero
que el cariño verdadero

Ni se compra ni se vende aaahh


El «Negro Pérez» brinca como “picao e’ culebra”, deja el whisky en la mesa y jala a su Mariu por una mano, ambos saltan a la pista en donde ya un grupo de “viejitos”, disfrutan del baile y los recuerdos. En unas de las vueltas sus ojos se cruzan con Lucia que acaba de llegar al Salón, por un instante – y sin querer queriendo – el negro no puede dejar de pensar en lo buena que esta ella y en lo viejo que esta él. Esta vez, Lucia se había esmerado más que nunca en lograr su objetivo de «… ser la más bella de aquella fiesta», la bella joven se robaba todas las miradas, resaltando su espectacular figura con un ceñido y diminuto vestido rojo, que descubría su espalda y la mayor parte de sus senos, dejando poco o muy poco trabajo a la imaginación.


No termina de llegar cuando le sale al encuentro un gentleman de unos 19 o 21 años, portando un moderno traje de sastre, de diseño sofisticado y elegante, en la muñeca un «Jacob & Co – FS24, como el que utiliza Cristiano Ronaldo», a Lucia se lo habían presentado el fin de semana pasado en una fiesta en Margarita, “recordaba que se trataba del primo de alguien, que estudiaba en Boston, New York o San Francisco y que estaba por Venezuela para arreglar algunos papeles de la beca, de CADIVI o de la visa”. El tropical bronceado de Margarita hacía relucir sus ojos grises, y resaltan la perfecta y blanca sonrisa, ella estuvo pensando en él varias veces durante la semana, y no esperaba tener la suerte de conseguírselo hoy en la fiesta. Roberto – finalmente y con mucho esfuerzo ella recordó cómo se llamaba – se le acerco con dos largas copas de frio espumante y la misma sonrisa que la había deslumbrado la semana pasada. Ella toma la copa, la agradeció con un sensual beso en la mejilla, brindan y se pusieron a conversar, trivialidades:

  • Qué casualidad verte aquí – inicio ella – ¡ ¡ ¡ ¡ ¡ Que pequeño es el mundo ! ! ! ! !
  • Es que Caracas es un pañuelo – afirmo él, para inmediatamente después cambiar de tema – ¿Tu hermano Juan continua en Comunicación Social en la Monteávila?
  • Si – respondió ella – ya está con lo de la tesis.
  • Fue una lástima, que esa fractura esquiando, lo alejara del tenis – comento él – parecía tener buen futuro en el circuito de la ATP
  • Así es – contesto ella, agradeciendo los comentarios sobre su hermano favorito
  • Y tu hermana María José: ¿sigue en Boston?, me tienes que dar su dirección para visitarla – continuo él
  • … …


Continuaron con las trivialidades, y luego de otras dos o tres rondas de espumoso, él le tomo de la mano y la guio hasta la pista de baile, en donde la Billo’s tocaba Ariel, aunque no era su fuerte Lucia se dejó llevar por Roberth – así había pedido él que lo llamara – quien resulto un gran bailador, y disfrutaron el resto del set para los viejitos.

Cuando finalizo el set, ambos se dirigieron hasta la “barra de Santa Teresa” y le pidieron al Bartender el primer par de mojitos de la noche. Se los tomaron como agua y pidieron la otra ronda, ahora el DJ hacía de las suyas con su mezcla electrónica, ese ruido si era lo de Lucia por lo que lo llevo nuevamente hasta la pista, en donde ambos se sumergieron durante los siguientes 45’ en ese violento, frenético y peculiar remedo de baile.

Al terminar el set, salieron de la pista y se sentaron en unos de los sofás ubicados al final de la sala, cada uno con otro mojito en la mano, él acaricio su larga y descubierta pierna, a ella le agrado y lo agradeció con una sonrisa. Él se acercó con suavidad, como si fuera en cámara lenta e inicio a tocarle su cabello, mientras hacía un comentario sobre lo bella que era, ella sonrío como dándole permiso.

Subió su mano hasta estar al borde de la falda y luego la beso. No era uno de esos besos banales de sus anteriores novios, ese era un beso de hombre y Lucia sintió de inmediato la diferencia. Y se dejó llevar por unos largos minutos. Él tenía el control y dominaba la situación, luego de unos minutos hizo sus besos más suaves y se apartó. Justo a tiempo porque Mairu que había visto la escena desde lejos se les acerco, con unos cotillones y les dijo que ya había iniciado la hora loca.

Riendo se pusieron los sombreros y las máscaras, para nuevamente dirigirse a la pista, donde las Sardinas tocaban tambores, en el camino como cosa trivial, él pregunto:

  • ¿Tu madre continua, trabajando para las Damas Salesianas?
  • «Como siempre» - contesto ella con un ironía


Cuando llegaron a la pista, ya se había formado un circulo al ritmo del “takitita de la mina y el tambor”, luego de unos minutos él la llevo al centro de la pista y comenzó “a bailarla”, dándole giros alrededor, ella sentía la sensualidad del baile y a pesar de sus lusitanos ancestros, se dejó llevar por el ritmo negro hasta que ambos terminaron abrazados y riéndose en el medio de la pista. Alguna vez alguien dijo que «el baile es el preludio del sexo», y en nuestro llano los viejos comentan «todos los hombres lo piden, todas las hembras lo dan»: así que sin dejar de abrazarla, la guio fuera del salón hacia los ascensores, una vez adentro la beso nuevamente hasta que llegaron al piso cinco, en el que ambos bajaron del ascensor, el saco la tarjeta de la habitación y luego de abrir la puerta, la cargo hasta la cama, en donde lo hicieron infinitamente al ritmo de los tambores que aun sonaban en sus cabezas. Esa noche: la experiencia de él y los deseos de ella, se armonizaron durante un buen rato, al terminar, él sirvió dos tragos de ron de una botella que estaba sobre la mesita de noche, y ambos tomaron varios sorbos mientras comenzaron a vestirse para regresar al Salón Plaza Real. Antes de bajarse del ascensor, nuevamente la beso apasionadamente.


Cuando volvieron a la fiesta, había terminado el show de «Chino & Nacho», la mayoría de los invitados – incluyendo a la cumpleañera –  están esparcidos por las mesas despojados del glamour con que llegaron, para Lucia la escena evocaba la ya vieja canción de Yordano: «El suelo está cubierto de botellas, de ilusiones que rondaron con la noche, en la boca un sabor amargo me recuerda, las mentiras que dijimos en los cuentos que, creímos», el «Negro Pérez» - entre prendido y satisfecho del éxito de su fiesta –  «gritaba su viejo discurso de: como dijo Romulo en el ’68: We will come back, sino me crees mira la Asamblea Nacional… …», Mariu por su parte, seguía “casando y separando parejitas” y no dejaba de repetir «…y eso que son “niñas de Los Campitos, esto se cuenta y no se cree», en eso estaba cuando advirtió la entrada de Lucia y Roberth, por efecto de la hora el desorden de sus ropas no desentonaba con el resto de los invitados, ella los siguió con la mirada mientras ellos se dirigían directamente a la pista y bailaron algo vez más, luego se tomaron otros mojitos.

Estaba pautado que al amanecer el Sr. Ferreira viniera a buscar a su hija, justo antes de despedirse Roberth le dijo:

  • Coño no me había dado cuenta, ¿tu papá se llama Rogelio Ferreira?
  • Si claro, ¿Por qué? – contesto ella.
  • Lo conocí en Panamá y no había hecho la conexión – contestó él, y sacando una tarjeta de presentación, se la dio diciendo – dásela al Rogelio y mándale saludos
  • oK – accedió Lucia, que ya no podía negarle absolutamente nada


Llego Rogelio y Lucia, que lo esperaba en Loving salió y se montó en la camioneta, al montarse le dijo:

  • Bendición,
  • ¿Cómo la pasaste? – inquiero el padre
  • Excelente, los Pérez se botaron, un fiestón.  Estaba todo el mundo, por cierto papi: te mando saludos Roberth – contesto
  • ¿Roberth?, ¿Quién es ese? – pregunto el padre
  • Roberto, un chico que es primo de una amiga, y estudia en Boston, lo conociste en Panamá – aclaro Lucia
  • ¿En Panamá?, no voy a pa’ allá hace como 10 años – corrigió rápidamente Rogelio, sus últimos viajes a Panamá nunca habían sido conocidos por la familia.
  • Qué raro yo le calculo como 19 o 20, por lo que hace 10, era un “Chamito” – insistió ella
  • Pues no lo recuerdo – sentencio él
  • Pues te conoce a ti, a Juan, a María José y a mamá – y recordando de repente – te mando esta tarjeta, dice: «saludos Rogelio, te llamo el lunes»
  • No lo recuerdo, veremos – resumió el padre para cambiar de tema
  • Bailamos toda la noche – mintió la exseñorita, y prosiguió - es una NOTA, la pasamos BUENÍSIMO – y ahora si decía la verdad


El lunes, después de desayunar, Rogelio Ferreira se montó en la camioneta con su chofer, y llevaron a Lucia a Los Campitos, luego de dejarla se dirigieron a sus oficinas en Chuao, cuando sonó el celular:

  • Buenos Días, ¿Sr. Ferreira? – dijo una voz
  • Si, ¿Quién habla? – contesto Rogelio
  • Soy Roberth, ¿te contó Lucia? – inquiero la voz
  • Si pero, me disculpa no lo recuerdo – explico Rogelio
  • Pero no me olvidaras más, tenemos pleno control sobre todo lo que hace tu familia, Lucia te podrá contar que logramos “pleno acceso a ella”, y podemos hacer lo mismo con sus hermanos y con tu esposa – explico la voz
  • ¿Cómo?, ¿Qué dice?, no entiendo – balbuceó el Sr. Ferreira sin poder creer lo que escuchaba
  • Sr Ferreira, nosotros somos una corporación seria y no estamos con juegos, le estamos enviando un número de una cuenta cifrada en Panamá, requerimos que transfiera…


Pterodáctilo Ancestral
Mayo 2016





4 comentarios:

  1. Excelente como siempre, una buena guia para la juventud, felicitaciones

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  2. Wow 😮 si bien uno infiere que la historia no va a terminar bien para la ex señorita…el desenlace es aún más dramático

    Excelente !!!

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    1. que bueno que te gustara y que el final fuera inesperado, me alegro que lo disfrutaras leyendo como yo escribiendo

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