miércoles, 27 de abril de 2016

Vida Scouts SERVIR / Eduardo Oropeza

La sonrisa de los morochos el día de
su promesa en la manada San Cayetano

Lo conocí en el año 1993, cuando me toco ser su Guía de Tropa en el IMT#33 (vean el Me lo Contaron del 27 de enero 2016), pero desde ese momento él había crecido muchísimo: como Scout, como Jefe de Tropa de su querido “Batalla…”, como dirigente institucional en "Donde Nació Venezuela", como Capacitador, como Padre Ejemplar, como Amantísimo Esposo, como Hombre de Bien. Esa fue una de las razones por las que tanto me alegre cuando me invito a ser parte del equipo que estaba formando para su primera experiencia como Director de un Nivel Avanzado, otra fue porque de esa manera me demostraba su aprecio y valentía – muy pocos Directores Jóvenes se atreven a incluir a alguien tan fastidioso en su equipo – y una de las mayores fue la grata oportunidad de participar en una actividad tan bien Gerenciada. Porque habiéndose formado como director de cursos en la "nova escola" – en la que nos enorgullecemos de conocer, pero no depender del viejo y querido manual de improvisaciones – él asumía su papel de director de curso, como si de dirigir una gran orquesta se tratara, revisaba – y nos hacía revisar -  cada detalle varias veces, se aseguraba que cada uno de nosotros estuviera afinado para armonizar como armonizan los sonidos de diferentes instrumentos, asumía su papel de director como el del responsable de transferir valores, y esto lo hacía de la única manera que sabía hacerlo: a través del ejemplo. Un día – a pocas semanas del curso – me llamo, y me pidió que ajustara la historia que yo había escrito para la fogata de Ley y Promesa en su IMT#33:   
                                                                                                                               
-       Me gustaría que cubriera, desde el Pie Tierno hasta el Ciudadano – me dijo

-       Na’ Guara, no pides nada – le dije entre risas mientras forzaba mi gentilicio de guaro.

-       Quiero que los participantes se sientan “Dirigentes Integrales” y no dirigentes de una unidad – continuo él, provocándome una sonrisa al reconocer una frase que yo sabía que había salido de la Forja de Desiree

-       oK, déjame ver que me sale – le comente aun sin convencimiento

-       Tu sabes que puedes hacerla, y contarla – me adulo como buen gerente – tu sabes que es lo que necesitamos, y seguro quedara excelente

-       Bueno, está bien – me escuche diciendo ya rendido a sus halagos – la escribo para que la contemos entre todo el staff

De esa manera, ajustamos nuestra adaptación libre de “El sueño de Jaimito” (4ta reunión de manada - 8 Reuniones de Manada – Consejo Interamericano del Escultismo, San José de Costa Rica, 3ra Edición – 1981), para el querido Eduardo Oropeza.

Hermano desde donde estés intercede por nosotros - nos haces mucha falta - todos los días te extrañamos, algún día tendré el valor de escribir más largo sobre ti, y de cómo tu accidente cambio nuestra historia, parafraseando el viejo proverbio ingles: Por un Clavo una Herradura, por una Herradura un Caballo, por un Caballo un Caballero, por un Caballero la Batalla y por esa Batalla perdimos el Reino...


VIDA SCOUTS SERVIR

Carlos fue un niño como ustedes que hace algunos años llegó a la manada, e ingreso en la seisena roja y durante aproximadamente dos meses, con ayuda de Baloo y de todos los otros Viejos Lobos, fue conociendo la Ley de la Manada para ser admitido como miembro de la misma. Por fin llego el día, por primera vez Carlos portaba el uniforme de Los Scouts de Venezuela, su AKELA grito MANADA, MANADA , MANADA y todos corrieron a formar una circulo de roca, luego el circulo se abrió y entonces su AKELA llamo a sus Papá y a su Mamá a la formación e invita a Carlos a pararse en el frente, y allí, frente a toda su manada, Carlos realizó su Promesa de Lobato.

"Prometo hacer cuanto de mi dependa para ser leal a Dios, mi Patria, mis padres, mis superiores, obedecer la Ley de la Manada y hacer un servicio a alguien cada día".

Aquel día de su Promesa, Carlos llegó muy feliz a su casa y entre bocado y bocado le contaba una y otra vez a su papá sobre todo lo había tenido que aprender para ser hoy un Lobato

En la noche, Carlos lleno de alegría va a acostarse. Se quita su uniforme y se queda por largo rato contemplando las insignias de su camisa, está muy orgulloso de poder portarlo, antes de meterse debajo de sus cobijas, y todavía con la pañoleta en la mano, reza del lobato, y se promete a si mismo hacer todo lo que de el dependa para cumplir la Ley Scout.

Por fin, apoya la cabeza en su almohada, y pronto se queda dormido. Aquella noche Carlos tuvo un sueño...

Se encontraba en una tupida Selva llena de sonidos y olores que Carlos desconocía, a la distancia vio una gran roca que era iluminada por la luna y se acerco a ella y observo que los lobatos de su manada estaba todos allí, de repente un Gran Lobo Gris surgió de detrás de la roca e integrándose al círculo dijo:

-       Ya es hora de ir de caza de nuevo, pero antes iniciemos a los nuevos miembros de la manada que pasen los lobatos – y entonces comenzó a gritar a toda la manada – YA SABEN LO QUE DICE LA LEY YA LO SABEN, MIREN BIEN LOBOS!!! –  y luego dirigiéndose a los lobatos – HOY SUS PATAS SON NUEVAS Y DÉBILES TENDREMOS QUE IR FORMÁNDOLAS POCO A POCO, LAS HUELLAS QUE DEJAN SON AUN MUY FRESCAS PERO SI ESCUCHAN Y OBEDECEN A LOS VIEJOS LOBOS PRONTO SE FORTALECERÁN.

Y así Carlos se unió a la manada y todos los días aprendía algo nuevo, Bagheera – la pantera negra – lo enseño a trepar y saltar. Baloo – el oso gris – le enseñaba la ley.

Carlos creció sin darse cuenta y un día al regresar de la cacería noto que sus huellas cambiaban, cada vez eran más profunda, demostraban que Carlos estaba mas alerta y luego era más ágil.

Siguió esforzando y jugando con su manada y un día llego al final de la selva, ante él se abría un bosque AKELA se le acerca y le dice – CARLOS AHORA TUS PATAS ESTÁN FUERTES, YA DEJAS HUELLAS LIBRES Y DEBES DEJAR LA MANADA, TE INVITO A SALTAR Y SEGUIR TU VIDA EN ESE BOSQUE QUE TIENES AL FRENTE – BUENA CAZA

Carlos salta y llega al bosque, el mismo era cruzado por un alegre río, mientras caminaba Carlos, pudo ver arroyos, lomas, llanuras y a lo lejos una gran montaña. Fijándose mejor, Carlos vio a un grupo de muchachos, la mayoría un poco mayores que él. Unos cocinaban, otros construían un puente, otros mas reparaban una carpa, al acercarse reconoció a sus amigos lobatos, allí estaban Damián, ahora era su Guía de Patrulla, y Javier, su Sub-Guía, y todos alegremente le dieron la bienvenida, y su Jefe de Tropa lo invitó a caminar junto con ellos hasta llegar a las montañas.

Se quedo con ellos, meses, quizás años. Juntos emprendieron el camino a través del bosque hacia aquella gran montaña, recorrieron todos los rincones, navegaron por el río, acecharon animales, cocinaron, cantaron y en todo lo que hacían siempre había algo que aprendían, algo que Carlos nunca olvidaría.

Algunas veces en sus recorridos, se encontraban con muchachos nuevos, que pedían que los dejaran participar con ellos, en esos casos el Guía de Patrulla se los presentaba al jefe de Tropa y este le hablaba del gran Juego en el que estaban participando, y los invitaba a acompañarlos en su camino hacia las montañas a través de aquel bosque.

Otras veces llegaban, muchachos que ya traían el uniforme, a estos los traía el jefe de Tropa y se los presentaba como hermanos menores que llegaban de un largo recorrido por la selva, Carlos reconocía en ellos la marca de Akela.

Todos estos se iban integrando a la patrulla de Carlos, o a otras de la Tropa, y juntos seguían se recorrido por aquel gran bosque, siempre hacia la anhelada montaña.

Al pasar el tiempo Carlos en su recorrido por aquel bosque, aprendió el lenguaje de sus amigos, luego a ir de excursión, más adelante a acampar y finalmente un día, en compañía de otro miembro de su patrulla, se fue de excursión durante veinticuatro horas, ellos dos solos caminaron, trabajaron, acamparon y al volver fueron recibidos como héroes, y su Jefe de Tropa les dijo que ya eran, verdaderos scouts, que ya eran “PIONEROS”.

Carlos se da cuenta de que a crecido, muchos de sus compañeros ya no están, Damián su Guía de Patrulla, y Javier su Sub-Guía, se han ido; observa que ahora él dirige la patrulla y los demás Gatos lo llaman Guía, él es el que mejor conoce los secretos del bosque, y por lo tanto todos en la patrulla lo escuchan. A la patrulla siguen llegando nuevos muchachos y Carlos los recibe y les ayuda a recorrer aquel camino que ya el conoce tanto.

Un día mientras caminan, llegan a un Gran Lago, y al final de el, se encuentran con la imponente montaña, Carlos se acerca al lago y allí se consigue con su Jefe de Tropa y le pregunta, ya que lo ignora, de que manera cruzaran ese gran lago para llegar a su destino. El Jefe de Tropa, lo mira y le señala una pequeña canoa que flota a la orilla del lago, juntos se acercan a ella, pero al llegar Carlos se da cuenta que en ella solo hay un remo, y además en una canoa tan pequeña no podrán entrar todos los Gatos.

Mira a su Jefe de Tropa, y este sonriendo le dice que en aquella canoa el recorrerá aquel lago llamado ROVERISMO, hasta llegar a aquella anhelada montaña llamada CIUDADANO. En ese momento Carlos percibe otras canoas en el lago del roverismo, a algunos de los que las llevan los reconoce, allí están Damián y Javier, y todos aquellos amigos que se habían ido de la tropa.

Carlos con ayuda de su Jefe de Tropa se monta en la canoa y le pide a esté que lo acompañe para que lo ayude con sus consejos, JT le contesta que él no puede hacer esto porque, los demás de la patrulla lo necesitan y que Arturo, que ahora es el Guía de Los Gatos, necesita de sus consejos, pero que en este lago encontrara a algunos que lo ayudaran, que el jefe de Clan estar allí para orientarlo y finalmente le promete que siempre que se acerque a la orilla a pedir consejo, allí estará él para dárselo.

Carlos hiere al lago con el remo y en aquel momento escucha el grito de las patrullas que lo despiden, gritos que se confunden con los de bienvenida que les dan sus viejos amigos ahora en el Clan y en ese momento se da cuenta de lo que dijo su Jefe de Tropa, aquél día hace mucho tiempo cuando llego al borde del bosque y él lo invito a que los acompañara en ese camino hacia las montañas, y comprende que el camino no termina hasta llegar a la cumbre de aquella montaña, y que definitivamente cuando las cosas se hacen bien la recompensa es mayor al trabajo, en ese momento Carlos decide que llegara a la cumbre del CIUDADANO.





Ya es de mañana, es hora de despertar, pero Carlos aun sueña y al entrar su papá al cuarto esa mañana, lo consigue dormido, sonriendo y con su pañoleta fuertemente abrazada a la mano.

Pterodáctilo Ancestral
1993


Adaptación libre de:
“El sueño de Jaimito” (4ta reunión de manada)
8 Reuniones de Manada,
Consejo Interamericano del Escultismo
San José de Costa Rica
3ra Edición – 1981


miércoles, 20 de abril de 2016

100 ó 1500


dedicado a Rodrigo Javier, quien disfruto mucho leyendo los borradores
abril 2016


estatua de Roger Bannister e John Landy
Conmemorando la carrera de 1.500 m del 07/ago/1954
Juegos de la Commonwealth Vancouver Canada
Cuando faltaban menos de treinta minutos para la salida, le avisaron que Fernando estaba indispuesto, por lo que no podría participar en la carrera, y en consecuencia las autoridades del Distrito lo habían incluido a él como suplente. A la hora fijada el juez de carrera dio la partida y los doce corredores partieron a dar las casi cuatro vueltas al ovalo, representaban a los seis distritos de la entidad miranda y aunque ninguno era atleta de alta competencia, todos se tomaban la carrera con la mayor responsabilidad posible.


Los dos “atletas” del Distrito C no podían ser más dispares: Frank eran un corredor de fondo que gustaba de las largas distancias, y aunque tampoco podía ser considerado un atleta de alta competencia, si era un deportista nato, que hacia arte marciales con regularidad y practicaba subiendo una o dos veces por semana por desde la Romulo Gallegos en El Marques – vía La Julia – hasta La Silla de Caracas, había clasificado para el Medio Maratón del Domingo y para estos 1.500 m planos, y todos en el Distrito daban su triunfo como un hecho ya consumado. Juan por su parte disfrutaba más de las carreras de velocidad, su capacidad era innata pero no entrenaba de manera organizada ni regular, había clasificado de primero en el Distrito para los 100 m y correría esa prueba más el relevo de 4 x 100 m, en las pruebas clasificatorias distritales había quedado por delante de un corredor más desordenado, al que apodaban simplemente “LA BICHA”.


Para la mayoría este era su bautizo corriendo en un estadio de verdad, por lo que sintieron una inmensa emoción al culminar los primeros doscientos metros e iniciar el primero de los cuatro pases que debía hacer frente a la tribuna principal del Brigido Iriarte, los gritos y la algarabía de la tribuna a medio llenar servía de adrenalina y de alguna manera suplía la falta de entrenamiento, estrategia y condiciones. Ya para ese momento Frank había asumido con gran facilidad el liderazgo de la carrera y Juan se encontraba en los puestos intermedios.


Para la prueba de los 1.500 m no se habían realizado pruebas clasificatorias, el Distrito había designado como representantes a Frank y a su amigo Fernando (la verdad era que teniendo a Frank, el segundo les importaba muy poco). Para las pruebas de velocidad sin embargo, existían tantos candidatos, que se requirió programar un sistema de eliminatorias. En una larga calle de El Marqués, el Distrito organizo tres carreras eliminatorias con diez corredores en cada una, para la final pasarían los tres primeros de cada “manga” más el mejor cuarto. Los dos mejores de la final representarían el Distrito en el Brigido Iriarte de El Paraíso.


Al culminar la recta frente a la tribuna y los primeros trescientos metros, Juan se sentía más cansado de lo esperado, la falta de entrenamiento para medio fondo – y para el atletismo en general – pasaba factura. Sin embargo no era cuestión de hacer el ridículo y buscaba mantenerse entre los puestos intermedios, en ese momento corría dentro de un compacto grupo, que incluía desde el cuarto al octavo corredor. Los líderes se habían distanciado, y para él ya no contaban.


El día fue muy largo, en aquella calle de El Marqués en la que el Distrito hacia sus eliminatorias, Juan había ganado con evidente facilidad su eliminatoria, seguido de dos corredores del Barrio San Miguel de la Av. Sanz, “LA BICHA” llego de cuarto y quedo a la espera de lo que pudiera suceder en las otras eliminatorias. No fue sino hasta el final de la tarde, cuando se culminaron las tres eliminatorias, y “LA BICHA” había quedado como el segundo mejor cuarto (aquí se complica la explicación), y por lo tanto no clasificaba a la final. Sin embargo, cuando llamaron para la final, el corredor con el mejor tercer tiempo había sido vencido por el hambre y se había corrido a La Urbina a comerse unos «asquerositos», por lo que los organizadores llamaron a “LA BICHA” para completar la decena de corredores. A Juan le toco el “quinto carril” de la improvisada pista de asfalto, mientras que “LA BICHA, como comodín corría por el “primer carril”, dieron la salida y Juan llego de primero con incuestionable facilidad, sin embargo – debido a lo precario de los instrumentos – “los jueces” no podían definir quien había llegado de segundo entre los corredores del “primer y sexto carril”. Luego de un rato de deliberación, y antes la absoluta imposibilidad de ver la repetición, los jueces decidieron correr una carrera de desempate, sin embargo para rematar aquella improvisada y tropical olimpiada, el corredor de los «asquerositos» había regresado a “el estadio” y acaloradamente reclamaba su «incuestionable derecho» a participar en aquella carrera de desempate.  


Al llegar, por segunda vez a la recta principal, el compacto grupo se había desintegrado y ahora corrían en una larga fila, distanciándose unos diez metros entre cada uno de ellos. Juan se había posicionado de tercero en el pelotón y se resignaba a llegar de sexto en la general. Con esa distribución pasaron frente a la tribuna, pero subiéndose en lo gritos y la emoción de las gradas, Juan apunto y alcanzo al corredor que tenía adelante y al finalizar la recta corría muy pocos centímetros detrás.


En vista de la hora: «la falta de luz y el cansancio general de los organizadores, tomaron la decisión», y se acordó hacer una carrera de desempate entre los tres aspirantes: los dos que empataron la final más el de los «asquerositos», este último indudable malogrado por la ida y vuelta hasta La Urbina y el par de PEPSI – COLAS con que acompaño el almuerzo, no conto mucho, la carrera fue entre los otros dos aspirantes y finalmente “LA BICHA” se adueñó de la vacante para representar al Distrito en la final.


En esa posición se completaron el kilómetro, por lo que al llegar por tercera vez a la recta de la tribuna, Juan se había resignado al quinto o sexto puesto, pero entonces paso algo totalmente imprevisto: escucho que desde adentro de la grama del Brigido Iriarte lo alentaban a correr más duro, levanto la cabeza y observo a Frank quien: fuera de la cancha y con una expresión de evidente cansancio, lo incitaba a correr más rápido. Eso sin duda que no estaba en el libreto, Juan estuvo tentado a pararse y averiguar que le había pasado a su compañero para abandonar de la carrera, pero advirtió que faltando aun quinientos él era el único representante del Distrito en competencia y para ellos era impensable que ninguno quedara en el podio, por lo que levanto la vista y para ubicar y designar a los otros corredores, los nuevos primero y segundo ya habían entrado en la recta de atrás, por lo que le llevaban más de doscientos metros de ventaja, sin embargo el tercero aun no salía de la recta de las tribunas y al cuarto lo tenía al lado, la adrenalina y los gritos los llevaron a definir que debía quedar de tercero.


Ya en el Brigido la eliminatoria de los 100 m se programó en cinco mangas, en cada una clasificarían dos corredores para la final. Juan y “LA BICHA” quedaron asignados a la 3ra manga, Juan fue asignado al 4to carril y su compañero nuevamente al carril interno, el más alejado de la tribuna, La carrera se desarrolló sin mayores contratiempos para ellos, Juan volvió a ganar y ambos clasificaron para la final.


Juan acelero el paso y, con una capacidad que no conocía, antes de terminar la recta principal logro superar al corredor que tenía a su lado, posicionándose como cuarto. Ahora un solo corredor lo separaba de su nueva meta de subir al podio, lo tenía a la vista a menos de cincuenta metros, a su derecha aun escuchaba el griterío de las gradas, a su izquierda a Frank que luego de abandonar la carrera le gritaba que acelerara. Poco a poco, cambio el paso de medio fondo que estaba utilizando, por el de pruebas de velocidad que le era más natural, y cuando entraron a la última curva, ya estaba había dado alcance al tercero, este se dio cuenta y dio el resto. Al entrar por última vez a la recta frente a las gradas, los dos corredores estaban “cabeza a cabeza”, ambos sudaban adrenalina y hacían una carrera que difícilmente alguno de ellos podría repetir. Las tribunas no lograban determinar quién sacaba ventaja, y los últimos segundos duraron siglos. Finalmente cruzaron la meta casi simultáneamente, pero no había dudas Juan lo logro y paso primero, de manera asombrosa subiría al podio de la carrera más difícil del atletismo, los 1.500 m.


Juan se sentía sumamente confiado, a lo largo de las eliminatoria él había demostrado ser el más rápido entre los diez corredores que participarían de la final, además correría en el quinto carril con todas las ventajas consiguientes. Los corredores se colocaron en sus puestos, todo era tensión, y justo antes de que el juez diera la salida el corredor del cuarto carril, salió en falso provocando que todos los participantes arrancaran. El juez de carrera declaro la salida nula y ordeno a todos regresar a sus puestos. Nuevamente se dispusieron los corredores, y ahora si el juez de carrera dio la salida, poco menos de 13” duro la carrera, y ante la estupor de todos y especialmente el de él y su compañero de Distrito, el ganador fue “LA BICHA”, quedando Juan relegado al segundo lugar. Y aunque “había que celebrar” que se habían conseguido los dos primeros lugares, para él este triunfo tenía un sabor muy agridulce.


Juan estaba eufórico: luego del “fracaso” de la mañana en los 100 m, había logrado “colarse” en el podio de los 1.500 m y en su mente una de bronce mas una de plata casi equivalian por una de oro. Frank se acercó y lo felicito, le dijo que había hecho una gran carrera, que estaba todos estaban muy orgullosos y que “casi había logrado subir al podio”. ¿Casi? de que hablaba este tipo, y allí antes sus ojos la amarga realidad se hizo clara al entender, que cuando había visto a Frank animándolo desde el borde de la pista no había sido por abandono, sino porque Frank ya había ganado la carrera.


Pterodáctilo Ancestral
Abril – 2016

jueves, 14 de abril de 2016

Una Tienda para Jefes de Tropa


¿Quién me formo como scout?, es una pregunta sobre la que he pensado mucho, por lo que no se me hace muy difícil de contestar…

Los cimientos existieron desde siempre, ya que Dios nos dio a mis hermanos y a mí la suerte de nacer de unos padres repletos de valores y principios, por lo que crecimos rodeados del permanente ejemplo que ellos día a día nos dieron, esto fortaleció nuestra autoformación como hombre y mujeres de bien, y a mí en particular me facilito mi crecimiento como scout.

Cimientos que se fortalecieron con los Salesianos de Don Bosco desde 1968 a 1981, trece años de vivencia permanente del método preventivo de Don Bosco – «aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres», le dijo Juan Bosco a Domingo Savio – método muy parecido al de nuestro BP, y en nuestro caso particular aplicado por grandes educadores, entre muchos resalto a: Don Antonio, Lydia Flores, Josefa de Arma, Barreto, Escalona, Vilchez, Arcángel Gamba – hasta aquí la primaria – Pedro Izquierdo, Manuel Izquierdo, Moisés Consoni, Miguel Delgado, Gotzon, Jaime Garcia, Luis Andreani, estos dos últimos habían hecho su Promesa Scout, y la vivían a plenitud. Trece años donde los valores se respiraban desde los patios del recreo, rodeados de maestros a tiempo completo y de los mejores amigos que dios me pudo dar, hoy 35 años después de nuestra graduación solo digo: gracias a Don Bosco y a Maria Auxiliadora por los amigos que me dieron (no, no los voy a nombrar todos, no insistan).

Pero además de mis cinco hermanos de sangre y de mis hermanos del Don Bosco, un sábado de septiembre de 1974, la Providencia – y mi primo Dionisio – me llevaron a la tropa del Grupo Scout San Cayetano #26 de la Entidad Miranda y allí conocí a otros compañeros para mi Camino Hacia Los Bosques: Silverio Roget mi jefe de tropa, el resto de los dirigentes del grupo, los scouts de toda la tropa y muy especialmente mi querida patrulla Tigres. Algún día tendré que escribir sobre las vivencias con: Dionisio Martín, Denis Piccinato, Rudi Boaretto, Rodolfo Marquina, Manuel Eduardo, Gianni Lodi, Ricardo RiCKY Contreras, y otros de los que hoy no me llega el nombre a la mente, pero si al corazón, muchas gracias queridos hermanos.

En paralelo pertenecíamos al Gran Distrito “C” – formado por los grupos Titanic, Domingo Sabio y Murachi – rebosante de espíritu scout con Rafael “FELO” Liy, Ricardo Rodríguez, Gustavo Ochoa, Jose Ignacio Aponte, Carlos Díaz Chuecos, entre otros.

los Tigres en la cima del cielo
Ya como dirigente, disfrute de excelentes y enriquecedoras experiencias en compañía de mi querida Tropa San Cayetano – aquí solo nombro a las patrullas Águilas, Búfalos, Caimanes y Tigres, y no a cada uno de los scouts porque seguro se me quedan muchos en el tintero – además excelentes capacitadores y muchos compañeros de aprendizaje de la Entidad Miranda, de Distrito Federal y de toda Venezuela, incluyendo a Desiree que predica con el ejemplo y que supo desarrollar e impulsar lo mejor de mi como adulto scout, especialmente como capacitador y adulto institucional. Ambos crecimos juntos como scouts.

En mi trabajo institucional en la Región Metropolitana y en el Nivel Nacional todos los días aprendí de grandes scouts, imposible de nombrarlos a todos, intente hacer una lista tipo sumario, pero fue imposible ya que siempre dejaba a muchos afuera, por lo que prefiero hacer la lista solo en mi corazón y cada uno de ustedes saben lo que les debo

Pero si quiero comentar lo que hoy llamo “LA TIENDA PARA DIRIGENTES DE TROPA”, una fuente de aprendizaje continuo y permanente, nuestra nunca suficientemente bien ponderada Comisión de Actividades de Tropa de la Entidad Miranda, la muy querida CAT. Esta comisión duro muchos años, y por lo tanto, es imposible que yo nombre a todos los que estuvieron en algún momento en ella, pero del periodo, en que me toco participar y dirigir a la CAT, recuerdo a: Felo Liy, Ricardo Rodríguez, Ricky Coppola, Gustavo Ochoa, Aesis EL CHINO Villamil, Arnaldo Belfort, Alvaro Mazzaglia, Rafael Vargas, Charo Borrás, Norberto Puy Arena, José Ignacio Aponte, José Rafael Arzola, José Luis Rada, Cruz Alfredo Hernandez, Alexis Armas, Pedro Vallejo, José RASTRERO Urdaneta, Poit Dexter (disculpen no recuerdo su nombre, pero no lo quiero dejar afuera), Mario Arribas, Carlos Carrasquel, Cesar Caraballo, Rafael Urribarri, Luis TITO, Leonardo Gomez, Rudi IMPULSE Boaretto, José PING PONG Rojas, Profeta Rojas, Hernan Moreno, Carlos Iglesias, Antonio EL NEGRO  Moros, Carlos Briceño, Jorge Machado, Erick Vondrak, Ignacio Urizarbarrena, Allam Mombrun, Leonardo Aranguren, y otros muchos buenos amigos de recorrido que sabrán disculpar mi falta de memoria.

Todas las semanas, nos reuníamos a: programar las actividades de entidad, compartir las recientes experiencias de cada una de nuestras tropas, intercambiar sitios para excursiones y campamentos, conversar sobre diferentes tópicos del escultismo entre nosotros (y muchas veces acompañados por invitados como: Luigi GINO Luongo, Pablo Massis, Simón Villanueva, Tomas Flores, entre otros), compartir nuestros “cuadernos de Insignia de Madera”, lecturas compartidas de literatura scout (por allí pasaron: Escultismo para Muchachos, El Sistema de Patrullas, El Gran Juego, Las dos Vidas de un Héroe, La Declaración del Palmar, entre otros). Con nostalgia recuerdo que fue una época en que disfrutamos muchísimo de ser scouts a tiempo completo.

Como era de esperar en una reunión de formadores de líderes, debían existir líderes y nacer liderazgos – la palabra idiota empezó usándose para un ciudadano privado y egoísta que no se ocupaba de los asuntos públicos, al que no le interesaba la política – por lo que en nuestra Comisión de Actividades de Tropa (y en general todas las buenas comisiones de unidad a nivel nacional) “también” se conversaba sobre la política de nuestra institución y el rumbo que creíamos debía tener, siempre he creido que por esta razón en el cambio de la estructura de fin del siglo pasado, se eliminaron esta y todas las comisiones de unidad, perdiéndose un valiosísimo espacio de formación y crecimiento de la institución.


De la riquísima e interesante época que nos tocó vivir y liderar la CAT, recuerdo uno de los más queridos proyectos de Felo: El MAULLIDO – una publicación mensual tipo tríptico – no existía internet – que pretendía mantener en contacto a todas las tropas de la entidad. Cuando me correspondió ser asesor de actividades de tropa, designamos a Gustavo Ochoa como editor y el me pidió una columna mensual, allí nacieron: «Me lo Contaron Alrededor del Fuego» y mi gusto por escribir. Una de las primeras publicaciones, fue una adaptación libre de «Se venden semillas, no frutos» publicado por Anthony de Mello en la Oración de la Rana, sin más les comparto mí: 


« TIENDA PARA JEFES DE TROPA »

Un Jefe de Tropa soñó que entraba en una tienda recién inaugurada en el Centro Comercial de su urbanización y, para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.

–  ¿Qué vendes aquí? – le pregunto

– Todo lo que tu corazón desee –  respondió Dios

Sin atreverse casi a creer lo que estaba oyendo, el Jefe de Tropa se decidió a pedir lo mejor que una persona de su cargo podría desear:

–  Deseo ser Honorable, Leal, Servicial, Trabajador y Perseverante, Puro y Cortes; Deseo aprender a dar y recibir Amistad, a Sonreír y Cantar en mis dificultades y a Obedecer según lo indicado en mis Principios. Y finalmente deseo apreciar tu obra, cuidarla y respetarla

Y luego, tras un instante de vacilación, añadió:

–  Y lo deseo, no solo para mí, sino para todo los Scouts de mi Tropa

Dios se sonrió y dijo:

 –  Creo, hijo, que no me has comprendido. Aquí no vendemos frutos. Únicamente vendemos semillas. Tu deber será sembrarlas, regarlas y cultivarlas para conseguir los frutos
               
Pterodáctilo Ancestral
para El Maullido de CAT
 









Adaptación libre de:
“Se venden semillas, no frutos”
«La Oración de la Rana»
Volumen I - Pagina 139
por Anthony de Mello


Editorial SAL TERRAE – 1988

jueves, 7 de abril de 2016

« Amor en el Caño » o Como decía el abuelo


Una noche de Luna Llena, junte mi canción favorita: «Palabras de Amor, de Joan Manuel Serrat», con la tierra de mis amores: «Venezuela», y aliñe todo con la creación mas maravillosa de Dios: «LA MUJER», y esto fue lo que me salió, comparto con Ustedes mi... ... ...


«Amor en el Caño»


Se conocen desde que Ada ingreso en la escuela, hace 7 años, porque Alberto estudia con su hermano desde la primaria, ambos asisten al Liceo Simón Bolívar (no estaría bien decir que estudian allí, simplemente asisten diariamente), ella al 2do C y él al 3ro B. Cuando Alberto comenzó a estudiar con Tony (que así se llama el hermano), ella era un fastidio a la que todos los días había que esperar y acompañar al rancho después de la escuela, por lo que siempre llegaban tarde a la cancha en donde se armaban los juegos de “2 pa’ 2”, y a ellos les tocaba “quedar paraos” y esperar. Cada vez que llegaban tarde y Tony se quejaba de la lentitud de su hermana, Alberto refrendaba la idea con una frase de su abuelo José del Carmen: «Muchacho no es gente Grande»

Pero hoy a pesar de sus escasos 13 años, la ardiente sangre de sus africanas abuelas empieza a aflorar, por lo que Alberto comienza a verla con otros ojos. Mientras cruzan el caño camino al rancho, la ve de reojo y se fija en que la camisa colegial azul le queda “como apretá”, entonces recordó la ronca voz de su abuelo José del Carmen cuando fueron al río y estaba lloviendo: «Un domingo sin Sol, es como una mujer sin tetas»

Inconsciente o conscientemente, ignora el apuro del pana Tony, y baja el ritmo de sus pasos para poder alargar la duración de la caminata, y así observarla por más rato. Cuando llegan a la acera antes del rancho, le tiende la mano para ayudarla a subir el alto escalón que pusieron para que las crecidas del caño “no se metieran pa la casa”, en su apuro por correr a la cancha Tony no percibe el gesto de su amigo, pero Ada si lo aprecia, se sonroja y sonríe de una manera que ella misma no conocía, como diría con nostalgia el abuelo José Maria: «Tenia a quien salir, la carajita esta»

Luego de ese día nada fue igual:


Él empezó a vestirse diferente, se bañaba sin que su madre se lo recordara, todos los días alargaba más la ruta al rancho, a lo largo del recorrido buscaba ayudarla sin que el hermano se diera cuenta, además estaba todo el día distraído, llegaba tarde a la cancha y (para disgusto de Tony) fallaba en los pases y los tiros más sencillos, como diría El Tío Simón: «se le caen de la hamaca, los sueños de madrugada»,


Ella por su parte pareció explotar como granada madura, dejo de jugar con sus hermanas, y toda la ropa comenzó a apretarle, se daba su tiempo, y a pesar de las quejas de Tony, camina muy lentamente para que el recorrido sea más largo, se le caen los libros varias veces, y el viernes en la tarde se metió en el desván de su hermana y le saco, “ropa de grande” para ir a la misa del domingo, ella esta convencida de que «el amor desesperado puede ser un delito, pero nunca un pecado»,

El domingo 19 de marzo es día de San José, el patrono del pueblo, y el cura de la parroquia ha preparado una verbena a lo Eudomar Santos – «como vaya viniendo, vamos viendo» – para festejarlo después de la misa de seis en la vereda que da pal frente de la capilla, allí pusieron un par de cavas donadas por Polar con: hielo, Polarcitas y Maltin, entre ellas estacionaron la camioneta del alcalde con las puertas abiertas, sacaron las cornetas y pusieron música llanera, Tony y la mayoría de los chamos de 3ro corren pa’ la cancha detrás del balón, pero Alberto se hace el loco y se retrasa como hace unos días, su mirada busca a Ada quien hoy vestida de fiesta parecer una moderna Rosalinda, su hermana le presto una amplia y floreada falda llanera y una apretada camisa blanca que despunta sus nacientes senos, suena el Joropo en las cornetas: «Una mujer “cariñosa”, jala más que un buey yuguero»

La saluda y por primera vez desde que la conoce, le da un casto beso en la mejilla, a ella se le ilumina los ojos y para disimular le ofrece la botella de malta que está tomando, él acepta y comienza tomar, le parece sentir sus labios en el frio refresco y no quiere parar, le da un largo trago. Las amigas de Ada cuchichean y se alejan unos pasos para darles “privacidad”. Al sentirse “solos”, ambos siente un repentino frio, sus bocas no emiten ningún sonido, pero ellos comienza a hablarse con los ojos. Como dice José Maria: «Déjelo que temple, que el guaral es nuevo»


Aun en silencio, y con el sol de los venados a la espalda se tomaron de las manos y se dirigieron “pa’ atra”, un apretado pasillo que rodea la pobre capilla, y que ambos habían recorrido muchas veces, cuando jugaban al escondite en una infancia que ahora parecía muy lejana. Al llegar saltaron el medio muro que servía de embaulamiento al caño que atraviesa el pueblo. Viendo televisión en su casa o el cine en la plaza, Alberto había soñado muchas veces con las palabras de amor que debia echar al vuelo, Ada por su parte las había practicado y repetido infinitas veces frente al espejo, pero ahora parecía que nada habían aprendido de aquellos antiguos comediantes, aquellas sencillas y tiernas palabras de amor se les atoraban en la garganta y solo eran capaces de hablarse a través de los ojos. A lo lejos se escuchaba un Joropo desde la camioneta del alcalde y Alberto reconoció una frase que usaba José Maria: «Vino un Joropo llanero, se puso lindo el Caney»


Mientras cruzaban el caño y se metían de la quebrada pa’ arriba, el silencio parecía suficiente escenario, ambos entendían lo que se les venía y conocían a la perfección los roles que debían personificar en aquella vieja obra. La música de la camioneta del alcalde suena lejana, ya ninguno percibe los golpes del balón al tablero de la cancha, y los cuchicheos de las amigas de Ada son acallados por los latidos de dos corazones sincronizados para impulsar aquella negra sangre, a partes de sus cuerpos que hasta aquella tarde no habían sentido ni conocido. Se quitaron los zapatos como cuando iban a “pescar renacuajos”, y continuaron caminando quebrada arriba rodeados de noche, alumbrados por la Luna de Juan Carabina, sintiendo como la fría agua lavaba sus dedos. A la luz de la luna la floreada falda se mimetizaba con el paisaje de altos guamos, y cedros cubiertos de helechos que se dejan caer entre las ramas cargadas de bellas orquídeas. Ahora solo los acompañaba el sonido de sus corazones, el croar de una rana y el largo y agudo chillido algún alcaraván, este último asustó a Alberto al recordar viejas canciones en el Caney del pueblo, pero otro dicho del abuelo José del Carmen le dio aliento: «Recuerden Carajitos: Perro cobarde, no hace perritos».


Luego de un rato, llegaron al sitio que Alberto buscaba, allí una fría playa, bañada por un recodo del río, forzaba un pequeño claro en el tupido bosque, él la ayuda a sentarse sobre la arena y luego recostó su cabeza en la almohada de ilusiones que ella formaba, ella sintió frío en la espalda: no sabía si por la arena, si por la brisa o por otra cosa, ambos esperaban el siguiente movimiento, el mormullo de río contra las piedras acallaba la respiración, y entonces con solo la luna y el río de testigos, sucedió y al final eso es cosa de ellos. Porque les confieso que esta no es mi historia, yo solo se las cuento como me la contó el viejo José del Carmen en un botiquín a la orilla del río: «Créame Camarita, paso como tenía que pasar: Cuando la paja pica, el gamelotal florea».


Pterodáctilo Ancestral

Abril 2016