Para finalizar nuestra serie de relatos sobre la Ley Scout, uno de los más
controversiales artículos del decálogo que nos dejó BP. Muchos dirigentes, ante
nuestra imposibilidad de entender su magnitud y de cumplirlo o ejemplarizarlo,
lo limitamos a “no decir groserías”, cuando el articulo exige algo mucho más amplio,
complejo y espiritual. A mí me recuerda mucho el “Yo confieso” de la misa católica,
en aquello de: “he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión”, y es que cuando hablamos de ser
puro de pensamientos: podemos engañar a todos, pero no podemos engañarnos
nosotros mismos.
Quiera Dios que cada uno de nosotros, desde la posición que nos toca
vivir en esta querida Venezuela, fuéramos líderes que cumpliéramos e hiciéramos
cumplir este artículo, lo que implicaría transparencia y claridad en nuestras
acciones, lo que limitaría o imposibilitaría las agendas ocultas o sociedades
de cómplices, que nos alejan de las verdaderas necesidades de la sociedad.
Para un tema tan complejo un relato muy antiguo y sencillo, atribuido a
Sócrates, algo así como aléjame de la tentación que soy débil:
CIERTO, BUENO Y ÚTIL
-
¿Te
has enterado Sócrates...?
-
Un
momento, amigo – interrumpió el filosofo - ¿Seguro que todo lo que vas a
contarme es cierto?
-
No;
pero me lo contaron otros.
-
Entonces,
no valdría la pena repetirlo a menos que se tratara de algo bueno. ¿Satisface
los criterios de la bondad?
-
No
todo lo contrario...
-
¡Ah!
Y dime; ¿Es necesario que yo lo sepa para evitar el mal a otros?
-
Realmente...
No
-
Bien
en tal caso – concluyó Sócrates – olvidémoslo. ¡Hay en la vida tantas cosas
valen la pena! ¿Para que molestarnos con algo tan despreciable, que ni es
verdad, ni bueno ni útil????
Anécdota anónimo atribuida a Sócrates
Pterodáctilo
Ancestral,
Escrito
sobre mis recuerdos en enero del 2002
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