Mis Padrinos Luisa Rodríguez y Dionisio Martín |
Queridísima Madrina: Hoy te vamos a despedir, en el viaje que
emprender para reencontrarte con tu eterno amor: mi Padrino Dionisio.
En momentos como estos, los recuerdos se revuelven, y nos
llenamos de nostalgia, por aquellos, ya lejanos años de infancia, cuando
pasamos tantos y tantos días en tu querida Quinta Aleluya de El Marqués, en
donde, con tus hijos (que más que primos fueron y son mis hermanos), fui muy
feliz. En mi vida, los Scouts siempre fueron importantes, y en muchos sentidos, tu casa, tu hogar, fueron mi base para
esos años, en que junto a Dionisio fuimos scouts de la patrulla Tigres del San
Cayetano.
Muchas tardes en tu casa, muchas cenas en tu cocina, el desayuno
el día de mi Primera Comunión en tus jardines, las cenas de navidad en El Pozo
(con mi Padrino siempre apurado, creo que de él – para
bien y para mal – herede el amor por la puntualidad), las
infinitas y gratificantes conversaciones con mi padrino, llegar – con Dionisio
– caminado a tu casa desde alguna fiesta en la noche en Horizonte o El Marques,
y muchos otros recuerdos más que hacen que hoy al extrañarte, extrañe también
mi infancia, mi juventud, mi formación, y aquellos tiempos cuando éramos muy
felices y lo sabíamos.
Entre lo mucho que debo agradecer a mis padres en esta vida,
siempre resaltare el haberlos elegidos a Ustedes como mis Padrinos.
Don Bosco nos dijo a los Salesianos que la Santidad consistía en estar siempre alegres, y en ese sentido la Madrina Luisa fue de las personas más Santas que he conocido.
Chao Madrina, cuídanos desde esos jardines del Cielo, que debes estar llenando con tus cantos, tu risa y tu contagiosa alegría. Dale un abrazo a mi padrino y a mi padre de mi parte.
Un beso
Juan Rodrigo